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    Edouard Schure

    LLOOSS GGRRAANNDDEESS IINNIICCIIAADDOOSS IIVVZZOORROOAASSTTRROO YY BBUUDDHHAA

    Digitalizacin y ArreglosBIBLIOTECA UPASIKAColeccin Esoterismo II

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    NDICE

    ZOROASTRO (Las Etapas del Verbo Solar)I. Las Etapas del Verbo Solar, pgina 4.II. Persia, pgina 7.III. Juventud de Zoroastro, pgina 9.IV. La Voz de la Montaa, pgina 15.V. El Gran Combate, pgina 23.VI. El ngel de la Victoria, pgina 26.

    BUDHA (La India)I. La India, pgina 32.II. La India, al Aparecer el Budha, pgina 35.III. Juventud de Budha, pgina 37.IV. Soledad e Iluminacin, pgina 40.V. La Tentacin, pgina 48.VI. La Enseanza y la Comunidad Budhista, pgina 50.VII. Muerte del Budha, pgina 55.VIII. Conclusiones, pgina 57.

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    ZOROASTRO

    LAS ETAPAS DEL VERBO SOLAR

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    ILAS ETAPAS DEL VERBO SOLAR

    La religin y la civilizacin brahmnicas representan la primera etapade la humanidad postatlante y se resume en una palabra: la conquista delmundo divino por la sabidura primordial.

    Las grandes civilizaciones que siguieron, Persia, Caldea, Egipto, Grecia

    y Roma, el judeo-cristianismo, el mundo en fin celta-germnico (en plenaevolucin todava y del cual formamos parte), representan las diversas fasesde adelanto de la raza blanca. En todas estas razas, religiones, civilizaciones y

    pueblos diversos se infiltra el elemento ario predominante y todas se unificanen un lazo magntico, en una idea que instintivamente las anima y gua.

    Esta idea es la conquista de la tierra por la adaptacin de lo Divinorevelado en la vida. Tal adaptacin no es posible sin la progresiva debilitacindel instrumento por cuyo medio se llega a descubrir la divina morada, o sea, lacomunin espontnea con las potestades csmicas que llamamos dioses y lavisin en los mundos astral y espiritual, que es el mundo interno del hombre y

    del universo.Estas facultades creadoras y reveladoras se hallaban ya atrofiadas en la

    India en la poca en que la filosofa especulativa substituy a la intuicinprimordial. Haban de oscurecerse y esfumarse ms todava entre las razasarias y semitas del Asia central y de Europa a medida que se desenvolvieronen las facultades intrnsecas de la raza aria, indispensables para el logro ydominio del mundo externo, a saber: rigurosa observacin, criterio y anlisis,de donde surge el sentimiento de libertad y de independencia individual.

    Sin embargo, las facultades trascendentales del alma no se extinguen en

    la humanidad. Perduran en una seleccin que las desenvuelve y disciplina ensecreto, bajo el velo del misterio, resguardadas de las profanaciones ycorrupciones del exterior. De aqu la razn de las iniciaciones.

    Entre esta agrupacin auto-selectiva, por las pruebas exigidas, perdurala inspiracin divina, aunque vara de modalidad. En lugar de desperdigarse

    por todo el universo y de desvanecerse en el Infinito como entre los indos,tiende a condensarse y concentrarse en un punto nico que nosotros llamamosel Verbo Solar.

    El Verbo Solar es el Logos, la divina Palabra que anima nuestro mundo

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    planetario. Al glorificar al sol, no adoraban exclusivamente los primitivos

    rishis y los poetas vdicos al sol fsico, sino que presentan tras l al Esprituanimador del astro-rey.Nuestro sistema solar y la tierra, su crisol ms denso, en donde el

    Espritu y la Materia alcanzan su tensin mxima generando la ms ardientevida, han sido creados por la jerarqua de las potestades csmicas bajo lainspiracin de Dios, infinito e insondable. El Gnesis lo expresaadmirablemente con la palabra Elohim, que significa Dios de los Dioses.(Vase la Bible hbraique restitue, por Fabre dOlivet, la Science

    secrete, de Rodolfo Steiner y Leverfution planetaire et lorigine de

    lhomme, del autor).

    Sin embargo, desde el origen, desde el perodo saturniano de la vidaplanetaria, el pensamiento divino, el Logos que preside especialmente nuestrosistema solar, tiende a condensarse y a manifestarse por medio de unorganismo soberano que ser, en cierto modo, su verbo y su candente pira.Este Dios, este Espritu, es el rey de los Genios solares, superior a losArcngeles, a las Dominaciones, a los Tronos y a los Serafines, a un tiempoinspirador y flor sublime de su creacin comn, cobijado por ellos y con elloscreciendo para superarles, destinado a convertirse en la Palabra humana delCreador, como la luz de los astros es su universal palabra. Tal es el Verbo

    Solar, el Cristo csmico, centro y eje de la evolucin terrestre.Este Genio sublime, este Verbo Solar que no debemos confundir con elsol fsico (porque es la quintaesencia espiritual de este astro), no puederevelarse sbitamente y de una vez a la dbil humanidad. Slo puedeaproximarse a los hombres por etapas sucesivas. Precisa por el momentoretener los reflejos y los rayos esparcidos antes de poder soportar la lumbrecegadora.

    Las primitivas razas, las antiguas religiones, principiaron a presentirloal travs de diversos dioses, como luce el sol tras las nubes o se transparenta lafigura humana tras velos cada vez ms tenues. Cristo brilla de lejos a travs de

    Indra, llamea para Zoroastro en la aureola de Ormuz, clarea para Hermes en elsol de Osiris, habla a Moiss en la zarza ardiente, y surca como un blancometeoro en los rojos relmpagos del Sina, para encarnarse, por fin, en elmaestro Jess, dulzura humana y esplendor divino. l se hizo carne paraofrecerse a toda la humanidad como el sol de amor y de resurreccin.

    As, paulatinamente, el reflejo se convierte en rayo, el rayo en estrella yla estrella en fulgurante sol. La estrella de los magos, que del Asia centraltransporta sus rayos a Egipto para posarse sobre la cuna de Beln, ilumina tres

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    lugares maravillosos en la sombra batahola de los pueblos precipitados unos

    sobre otros durante cinco mil aos entre el Mar Caspio, el golfo Prsico y elMediterrneo.Estos tres puntos sealan la revelacin de Zoroastro en el Irn

    primitivo: el encuentro de los magos de Babilonia con la imponente figura delprofeta Daniel; la visin sublime y terrorfica del sol de Osiris en las criptas deEgipto, anunciando el fin de las monarquas absolutas de Oriente, y laextensin de los Misterios antiguos prediciendo el advenimiento de Cristo.

    Estos tres acontecimientos caracterizan tres etapas del Verbo Solar, ysimultneamente, tres pasos gigantescos para la conquista del mundo. Porque

    permiten entrever, por una parte, el descenso gradual del Cristo Csmico en la

    humanidad; y por otra, la obra de tres potentes civilizaciones, Persia, Caldea yEgipto, en que prosigue el impulso ario hacia Occidente.

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    IIPERSIA

    Pasemos de la India al Asia central y contemplemos el pas a vista depjaro.

    A lo lejos se extienden a nuestros pies el Pamir y el Indo-Kruchs,Dosel del mundo y nudo gordiano del continente. Crestas blancas y grises

    valles. Al norte y al este de aquella amalgama montaosa, el Irn y la Persiaforman una alta meseta. Lneas austeras encuadran prolongadas extensiones degrandiosidad soberbia y salvaje. Terreno quebrado, verdes oasis, ridosdesiertos que circundan las ms enhiestas cimas del mundo.

    Uno de los modernos viajeros que mejor ha visto la Persia y sentidopalpitar su alma, el Conde de Gobineau, describe as esta comarca altiva: LaNaturaleza ha dispuesto el Asia central como un gradero inmenso en cuyacspide parece haber tenido a gala, superando las dems regiones del globo,colocar la antigua cuna de nuestra raza.

    Entre el Mediterrneo, el golfo Prsico y el Mar Negro, el suelo se

    eleva de estadio en estadio. Enormes macizos en hilera, el Tauro, los montesGordianos, las cordilleras del Laristn, remontan y sostienen las provincias. ElCucaso, el Elburz, las montaas de Chiraz y de Ispahan se ayuntan al colosalgradero elevndolos ms an. Esta plataforma inmensa, ostentando en

    planicies sus extensiones majestuosas por el laclo de los montes Soleyman eIndo-Krusch, finaliza por una parte, en el Turquestn, que conduce a la China,y por otra a las orillas del Indo, fronteras de un no menos extenso mundo.

    La principal caracterstica de esta naturaleza, la evocacin quepredominantemente sugiere, es el sentimiento de la inmensidad y del

    misterio. (Gobineau: Trois ans en Asie).Pero abundan al mismo tiempo en ella tales contrastes, que traen a lamente la idea de la lucha y de la resistencia. Pasadas las violentas tormentas

    primaverales, de mayo a septiembre, el tiempo se mantiene seco y laatmsfera es de una transparencia maravillosa. Los contornos de las montaasy los nfimos detalles del paisaje, dibjanse con una pureza lmpida que noaltera la frescura de sus irisados colores vivos.

    El verano es leve y clido. El invierno crudo y terrible. El naranjo y elgranado crecen al borde de los valles frtiles. Las palmeras dan sombra a las

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    fuentes donde beben las gacelas, mientras las nieves se acumulan en los

    flancos de las montaas cubiertas de robles y de cedros, morada de osos y debuitres. El viento norte barre sus estepas levantando torbellinos de polvo.Tal es la tierra de adopcin de los arios primitivos, de cuyo suelo avaro

    no brota el agua si no lo hiere la piqueta, ni da fruto ms que bajo la reja delarado y el canal irrigador; donde la vida es un perpetuo combate librado contrala naturaleza.

    Tal fue la patria de Zoroastro.

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    IIIJUVENTUD DE ZOROASTRO

    Hcenle nacer en Bactriana unos y en Rags la biblica otros, no lejos dela actual Tehern.

    Cedo tambin a Gobineau la descripcin de esos lugares grandiosos:Al Norte se extiende una hilera de montaas cuyas cimas, centelleantes de

    nieve, se yerguen a majestuosa altura. Es el Elburz, enorme cresta que une elIndo-Krusch con los montes de la Georgia, el Cucaso ndico con el Cucasode Prometeo. Dominando esta cordillera, como un gigante, se eleva en losaires el domo inmenso y puntiagudo del Demavend, blanco desde la cima a sufalda...

    No se otean all detalles que limiten la mente. Slo un horizonte dematices maravillosos, un cielo que ni lenguaje, ni paleta, ni nada es capaz dedescribir su fulgor y transparencia; una planicie que, en graduadasondulaciones, alcanza en ascensin los pies del Elburz, fundindose yconfundindose con sus grandezas.

    De cuando en cuando se arremolinan trombas de polvaredas, se izan,ascienden hacia el cielo pareciendo alcanzarlo con su vrtice vertiginoso, y semueven al azar hasta precipitarse de nuevo sobre la tierra. No es posibleolvidar este espectculo.

    Cuando naci el primer Zoroastro, cuatro o cinco mil aos antes denuestra era (Plinio atribuye a Zoroastro una antigedad de 1000 aos

    anterior a Moiss. Hermipo, que tradujo sus libros al griego, remonta su

    existencia a 4000 aos antes de la guerra de Troya. Eudoxio, a 6000 aosantes de la muerte de Platn), tribus nmadas, salidas de la ms pura raza

    blanca, poblaban el antiguo Irn y la Persia. Pocos conocan el arado y el artede la labranza, la sagrada espiga que crece enhiesta como un venablo, lascosechas de oro, ondulantes como senos de mujer, haces divinos, puro trofeodel recolector.

    Vivan otros del oficio pastoril, junto a sus rebaos, pero todosadoraban al sol y ofrecan su sacrificio al fuego, el csped por altar,distribuidos en pequeas tribus, desaparecidos sus antiguos reyes pontificios.

    La ciencia moderna, despus de los concienzudos estudios de EugenioBurnouf, de Spiegel, de James Darmesteter y de Harlez, declara que es

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    imposible fijar la poca en que vivi el gran profeta iranio autor del Zend

    Avesta, pero la supone, probablemente all por el ao 2500 antes de J. C.La fecha indicada por Plinio corresponde casi con la pocaaproximadamente admitida por los modernos orientalistas. Pero Hermipo, quese ocupa especialmente de este asunto, debi poseer, referente a Persia,documentos y tradiciones hoy desaparecidos. La fecha de 5000 aos antes deJ. C, nada tiene de improbable, dada la prehistrica antigedad de la raza aria.

    Pero luego, pasados los siglos, los turanos venidos de las llanuras delNorte y los montes de Mongolia, invadieron la vieja Ariana Vaeya, la tierra delo$ puros y de los fuertes. Inagotable semillero humano, surgieron losturanios, de la ms resistente raza atlanta, individuos rechonchos, de amarilla

    tez y diminutos ojos semicerrados. Forzudos forjadores de armas, caballerosastutos y saqueadores, adoraban tambin el fuego, no la lumbre que iluminalas almas y unifica las tribus, sino el fuego terrestre manchado de elementosimpuros, generador de tenebrosos encantamientos, el fuego que otorgariquezas y podero, que estimula crueles deseos. Se les crea consagrados a lasentidades tenebrosas.

    Toda la historia de los primitivos arios se reduce a sus luchas con losturanios. Bajo el choque de las primeras invasiones, las tribus arias sedispersaron. Huyeron ante los hombres amarillos, caballeros sobre brutos

    negros como si se vieran enfrentados por un ejrcito de demonios. Los msrecalcitrantes se refugiaron en las montaas; los dems se sometieron,sufriendo el yugo del vencedor y adoptando su corrompido culto.

    En aquella poca naci, en las montaraces tribus del Elburz, llamadoentonces Albordj, un muchacho que hubo por nombre Ardjasp, descendientede una antigua familia real.Transcurri entre su tribu la juventud de Ardjasp cazando bfalos y peleandocontra los turanios. Por la noche, bajo la tienda, el hijo del rey desposedosoaba a veces en restaurar al antiguo reino de Yima (El Rama indo, al que se

    hace referencia al principio del Zend Avesta, bajo el nombre de Yima y que

    reaparece en la leyenda persa en la figura de Djemchyd), el poderoso. Perono era ms que un sueo indefinido, porque no dispona para tal empresa decaballos ni hombres, de armas ni fuerza.

    Un da, un loco visionario, un santo harapiento de los que han pululadosiempre en Asia, un pyr, le predijo que llegara a reinar sin cetro ni diadema,con ms poder que todos los reyes de la tierra, coronado por el sol. Esto fuetodo.

    Una maana clara, en una de sus rutas solitarias, lleg Aldjasp a un

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    valle verde y fecundo. Varios erguidos picachos formaban un amplio crculo.

    Aqu y all ahumaban campos de labor. A lo lejos, un prtico construido controncos de rbol, dominaba un grupo de chozas, dentro de un cerco deempalizada. Deslizbase un ro entre un tapiz de crecido csped, salpicado desilvestres flores. Remont su cauce y distingui un bosque de odorantes pinos.En lo ms profundo, al pie de un roquedal, dorma una fuente lmpida, deincomparable azul.

    Una mujer vestida de blanco lino, arrodillada cerca del agua, llenaba unrecipiente de cobre. Levantse luego y coloc el nfora sobre su cabeza. Tenaella el soberbio aspecto de las montaraces de tribus arias. Un aro de orosujetaba sus cabellos negros. Bajo el arco de sus pestaas unidas en el recio

    nacimiento de su corva nariz, brillaban dos ojos de negrura opaca. Translucanaquellos ojos una tristeza impenetrable y emergan de ellos, de vez en cuando,drdicos centelleos parecidos a un relmpago azul brotado de una nubesombra.

    A quin pertenece este valle?. pregunt el cazador extraviado. Aqu reina el patriarca Vahumano, guardin del puro Fuego y

    servidor del Altsimo contest la joven. Cmo te llamas, noble mujer? Me dieron el nombre de este ro,

    llamado Arduizur (Fuente de luz). Pero vigila, extranjero!. El maestro ha

    dicho: Aquel que beba en sus aguas, se abrasar en sed inextinguible. Slo unDios podr apagarla...Una vez ms los ojos opacos de la joven se posaron sobre el

    desconocido. Y l vibr esta vez como una flecha de oro. Luego, volvise lamujer y desapareci a lo lejos, bajo los pinos odorantes.

    Centenares de flores blancas y rojas, amarillas y azules, inclinaban enhaces sus ptalos y sus clices sobre la fontana azul. Ardjasp se inclintambin. La sed le devoraba y bebi a largos sorbos, en el hueco de su mano,el agua cristalina.

    Despus se fue sin preocuparse ya ms de aquella aventura. Solamente

    le vena de vez en cuando a la memoria el verdeciente valle circuido depicachos inaccesibles, la fontana azul bajo los aromados pinos y la profundanoche de los ojos de Arduizur, lucientes de azulinas claridades y de fulgoresureos.

    Pasaron los aos. El rey de los turanios, Zohak, venci a los arios. Parasojuzgar a las tribus nmadas se levant en el Irn, sobre las estribaciones delIndo-Krusch, en Baktra, (La moderna Balk, en Bactriana), una fortaleza, unaciudad de piedra. All convoc el rey Zohak a todas las tribus arias para que

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    reconocieran su podero.

    Adjasp rindise con los de su tribu, no para someterse, sino para miraral enemigo cara a cara.El rey Zohak, envuelto en una piel de lince, ocupaba un trono de oro

    colocado sobre un otero alfombrado con ensangrentadas pieles de bfalo. Entorno de l, formando amplio crculo, permanecan los caudillos, armados de

    puntiagudas lanzas. A un lado, un pequeo grupo de arios. Al otro, centenaresde turanios. A espaldas del rey, abrase un templo rstico tallado en lamontaa como una especie de gruta. Dos enormes dragones de piedratoscamente esculpidos sobre enormes bloques de prfido, guardaban laentrada y servan de ornamento. En el centro, sobre un altar de basalto, arda

    una llama escarlata en la que echaban osamentas humanas, sangre deescorpiones y de toros.

    Tras la ardiente pira vease de cuando en cuando a dos enormesserpientes calentarse en la llama. (De ah proviene que, en las tradiciones

    persas del Zer-duscht-Namh y el Schah-Namh, se represente al rey Zohak

    con dos serpientes salindole de las espaldas).Tenan patas de dragn y carnosos capuchones de crestas mviles. Eran

    las ltimas supervivientes de los pterodctilos antediluvianos. Estos monstruosobedecan a las varas de dos sacerdotes.

    Era el templo Angra-Mayni (Arimn), seor de las potestadestenebrosas, dios de los turanios.Apenas llegado Ardjasp con los hombres de su tribu, los soldados

    condujeron ante el rey a una cautiva. Era una mujer magnfica, casi desnuda.Un jirn de tela cubra apenas su cintura. Los anillos de oro enroscados a sustobillos indicaban su noble alcurnia. Llevaba los brazos atados a la espalda ygotas de sangre salpicaban su cutis albo. Iba sujeta por el cuello con unacuerda trenzada con crin de caballo, tan negra casi como sus sueltos cabellos,que cubran su espalda y sus palpitantes senos.

    Ardjasp reconoci horrorizado a la mujer de la fuente, a Arduizur. Ms

    Ay!. Cun distinta apareca!. Plida de angustia, no fulguraban ya susapagados ojos. Baj la cabeza, con la muerte en el alma.

    El rey Zohak dijo Esta mujer es la ms noble cautiva de los arios rebeldes del monte

    Albordj. La ofrezco al que de vosotros sepa merecerla. Pero es necesario queantes se consagre al dios Angra-Mayni, vertiendo sangre suya en el fuego y

    bebiendo sangre de toro. Exijo luego que me preste juramento en vida ymuerte colocando su cabeza bajo mis pies. El que esto haga, que tome por

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    esclava a Arduizur. Si nadie la quiere, la ofreceremos como pasto a las dos

    serpientes de Arimn.Ardjasp vio cmo un largo escalofro estremeca de pies a cabeza elbello cuerpo de Arduizur.

    Un caudillo turanio de tez anaranjada y entrecerrados ojos, se adelant.Ofreci el sacrificio de sangre ante el fuego y ambas serpientes, y baj lacabeza hasta colocarla bajo los pies de Zohak. As cumpli el juramento.

    Semejaba la cautiva un guila herida. Cuando el brutal turanio puso lamano sobre la bella Arduizur, dirigi sta los ojos hacia Urdjasp. Un dardoazul sali de sus pupilas y un grito de su garganta:

    Slvame!.

    Ardjasp se lanz espada en mano, contra el caudillo, pero losguardianes de la cautiva le detuvieron con intento de atravesarle con suslanzas, cuando el rey Zohak grit:

    Deteneos!. No toquis a este caudillo!.Y dirigindose al joven ario:

    Ardjasp dijo , te otorgar la vida ofrecindote esa mujer si meprestas juramento y te sometes a nuestro Dios.

    Ante tales palabras oprimise Ardjasp las sienes, inclin la cabeza y sedirigi hacia los suyos. El turanio retuvo su presa, lanz otro grito Arduizur, y

    esta vez Ardjasp se hubiera dejado matar si no le retuvieran sus compaerosoprimindole la garganta hasta casi ahogarlo.Mora la tarde, oscurecise el sol y Ardjasp no vio ms que un ro

    inmenso de sangre roja, la sangre de toda la raza turania que arda en deseosde verter por la vctima, la divina Arduizur, herida y arrastrada por el lodo.Ardjasp cay al suelo sin conocimiento.

    Cuando el joven jefe recobr los sentidos bajo la tienda donde letransportaron sus compaeros, distingui a lo lejos a una mujer atada sobre lasilla de un caballo. Un caballero mont sobre el bruto, oprimi con sus brazosa la mujer y un squito de turanios armados de puntiagudas lanzas subidos

    sobre caballos negros se lanz en su seguimiento. Y pronto, caballos, grupas,cascos arrojados al viento, desaparecieron tras una nube de polvo con la hordasalvaje.

    Entonces Ardjasp se acord de las palabras de Arduizur pronunciadasjunto a la fontana luminosa, bajo los pinos odorantes: Aquel que beba de estaagua ser abrasado por una sed inextinguible. Slo un Dios lograr apagarla.Senta sed en la sangre de sus venas, en la mdula de sus huesos, sed devenganza y de justicia, sed de luz y verdad, sed de podero para liberar a

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    Arduizur y al alma de su raza.

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    IVLA VOZ EN LA MONTAA

    Corra el caballo a todo galope por colinas y llanos, hasta que llegArdjasp a los montes de Albordj. Entre abruptas rocas vio de nuevo la sendaque conduca al valle de florido csped entre nevadas cimas.

    Al aproximarse a las cabaas de madera vio labradores hendiendo el

    surco con el arado del que tiraban humeantes caballos. Y la tierra removida alo largo de los surcos humeaba de placer tambin bajo la reja del arado y laspezuas de las caballeras.

    Sobre un altar de piedra en pleno campo, haba un cuchillo y encima del un manojo de flores en forma de cruz. Su visin seren el alma de Ardjasp.

    Sentado bajo su tienda, hall a Vahumano, el venerable patriarca,administrando justicia a su tribu. Sus ojos semejaban un sol de plata salido deniveos cimales. Su barba, de verdosa blancura, poda compararse a losliqenes que recubran los viejos cedros, en los flancos del Albordj.

    Qu quieres de m? pregunt el patriarca al extranjero . T

    ests enterado del rapto de Arduizur por el rey Zohak, Ardjasp. He presenciado su suplicio en Baktra, convertida en presa de los

    turianos. Tienes fama de noble y de sabio. Eres el ltimo descendiente de lossacerdotes del sol. T eres sapiente y poderoso por el favor de los altosDioses. A ti vengo en busca de luz y de verdad para m; de liberacin y de

    justicia para mi pueblo. Posees la paciencia que desafa al tiempo?. Te hallas presto a

    renunciar a todo en aras de tu obra?. Porque slo te hallas al comienzo de laspruebas y sufrirs durante toda tu vida.

    Toma mi cuerpo, toma mi alma dijo Ardjasp si con ello puedesofrecerme la lumbre que sacia y la cuchilla que libera. S, dispuesto estoy atodo si puedo lograr por medio de esa luz y esa cuchilla salvar a los arios yarrebatar a Arduizur de su verdugo.

    Entonces, puedo ayudarte dijo Vahumano . Habita entre nosotrosdurante un tiempo. Vas a desaparecer a los ojos de los tuyos. Cuando te veannuevamente sers otro. A partir de este momento tu nombre no ser yaArdjasp, sino Zarathustra que significa Dorada Estrella o Esplendor del Sol.(Zarathustra es el nombre zenda del que tomaron los griegos la forma

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    posterior de Zoroastro. Los parsis dan al gran profeta ario el nombre de

    Zerduscht).Te habrs convertido en apstol del Ahura-Mazda, aureola delOmnisciente, Viviente Espritu del Universo.

    As se convirti Zoroastro en discpulo de Vahumano. (Ciertoscabalistas judos, algunos gnsticos y los rosacruces de la Edad Media,

    confunden a Vahumano, el iniciador de Zoroastro, con Melquisedec,

    iniciador de Abraham).El patriarca, sacerdote del sol, conservador de una tradicin que se

    remontaba a la Atlntida, comunic a su discpulo cuanto saba de la cienciadivina y del presente estado del mundo.

    La electa raza de los arios dijo Vahumano ha cado bajo el yugofatal de los turanios, excepto algunas tribus montaraces. Pero stas lograrnsalvar la raza entera. Los turanios adoran a Arimn y viven supeditados a suinflujo.

    Quin es, pues, Arimn?. Existen innumerables espritus entre cielo y tierra contest el anciano Infinitas son sus formas, y como el ilimitado cielo, posee el insondableinfierno de sus grados. ste a que te refieres es un poderoso arcngel llamadoAdar-Assur (Lo hallamos bajo tal denominacin en la tradicin asiria de

    Nnive y la caldea de Babilonia) o Lucifer que se precipit en el abismo paraabrasar a todas las criaturas con el fuego devorante de su antorcha. Es el msgrande sacrificado por el orgullo y el deseo, el que busca a Dios en s mismoaun en el fondo del precipicio. Cado, conserva todava el divino recuerdo yalgn da hallar nuevamente su corona, su perdida estrella. Lucifer es elarcngel de la luz. Pero Arimn (En zenda, Angra-Mayni. He adoptado eneste relato la mayor parte de los nombres de la tradicin greco-latina,

    porque consuenan mejor a nuestro odo y evocan ms recuerdos. El

    concepto de Mefistfeles en el Fausto de Goethe, corresponde exactamente

    al de Arimn ton la adicin del escepticismo y la irona modernos) no es

    Lucifer, sino su reverso y su sombra, prncipe de las potestades tenebrosas.Frenticamente adherido a la tierra, niega al cielo y no se dedica ms que a ladestruccin. Ha profanado, los altares del fuego y suscitado el culto a laserpiente, propagador de la envidia y del odio, de la opresin y del vicio, delfuror sanguinario. Reina sobre los turanios, atrayendo su genio malfico. Es

    preciso combatirlo y derribarlo para salvar la raza de los puros y de los fuertes. Pero, Cmo combatir al Invisible si urde su trama en las tinieblas?. Volvindote de cara al sol que se levanta tras la montaa de Hara-

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    Berezaiti. Asciende por el bosque de cedros hasta llegar a la gruta del guila,

    suspendida sobre el abismo. All contemplars todas las maanas al solnaciente al emerger de los enhiestos picos. Durante el da, ruega al Seor delSol que se manifieste en ti. En el transcurso de la noche agurdale y eleva tualma hacia los astros, como una lira inmensa. Esperars durante mucho tiempoa Dios, porque Arimn tratar de interponerse en tu sendero. Pero una noche,en la paz de tu alma, surgir otro sol ms brillante an que el que inflama lascimas del monte Berezaiti: el sol de Ahura-Mazda. Escuchars su voz y l tedictar la ley de los arios.

    Cuando hubo llegado la poca de su retiro, dijo Zoroastro a su maestro: Pero, Dnde hallar a la cautiva atada en Baktra, arrastrada bajo la

    tienda del turanio, sangrando bajo su ltigo?. Cmo arrancarla de sus garras?.Cmo apartar de mis ojos aquel bello cuerpo atado, salpicado de sangre, quesin cesar grita y me llama?. Ay!, No ver ya nunca a la hija de los arios, laque recoge el agua luminosa bajo los pinos odorantes y cuyos ojos dejaron enmi corazn sus flechas de oro y sus azules dardos?. Cundo ver otra vez aArduizur?.

    Vahumano permaneci un instante sin decir palabra. Se empaaron susojos fijos, embotados como las ramas heladas de los abetos invernales. Unatristeza inmensa pareca pesar sobre el anciano semejante a la que planea

    sobre las cumbres del Albordj, huido el sol.Por fin, solemnemente, tendi el brazo derecho murmurando: Lo ignoro, hijo mo. Ahura-Mazda te lo dir... V a la montaa!.El velln del carnero por abrigo, pas Zoroastro diez aos en el confn

    del gran bosque de cedros, bajo la gruta, junto al abismo.Nutrale la leche de los bfalos y el pan que los pastores de Vahumano

    le llevaban de cuando en cuando. El guila que anidaba entre las rocas, encimade su gruta, anunciaba la aurora con sus chillidos.

    Cuando el astro de oro disipaba las nieblas del valle, llegaba con granrumor de alas al umbral de la caverna como para ver si el solitario dorma.

    Luego, describa varios crculos sobre el abismo y parta, rauda, hacia el llano.Pasaron aos, segn los libros persas, antes de que oyera Zoroastro la

    voz de Ormuz y contemplara su gloria. Al principio, le acometa Arimn consus legiones furiosas.

    Transcurran los das tristes y desolados para el discpulo de Vahumano.Terminadas sus meditaciones, los ejercicios espirituales y las plegariasdiurnas, pensaba en el destino de los arios opresos y corrompidos por elenemigo. A menudo, venale tambin al pensamiento la suerte de Arduizur.

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    Qu sera de la ms hermosa ariana en manos del turanio odioso?. Habra

    anegado su angustia en la corriente de algn ro o tolerado su afrentosodestino?. Suicidio o degradacin, no caba otra alternativa. Tan horrible erauna como otra. Y Zoroastro vera sin cesar el bello cuerpo sangrante deArduizur estrujado por las cuerdas. Esta imagen surcaba las meditaciones del

    profeta incipiente como un relmpago o como una antorcha.Las noches eran peores que los das. Los sueos nocturnos superaban en

    horror a los pensamientos de la vigilia. Porque todos los demonios de Arimn,terrores y tentaciones, le asaltaban bajo formas animlicas, terrficas yamenazantes. Un ejrcito de chacales, murcilagos y serpientes aladas,invadieron la caverna. Sus graznidos, silbidos y susurros le infundan la duda

    sobre s mismo, hacindole temer el resultado de su misin.Pero durante el da, evocaba Zoroastro los millares y millares de arios

    nmadas oprimidos por los turanios, en secreta revuelta contra su yugo; losaltares profanados, las blasfemias y las invocaciones malficas; las mujeresraptadas y reducidas a esclavas, como Arduizur.

    Y la indignacin devolva los perdidos mpetus. Antes de apuntar elalba, trepaba a veces a la cima de su montaa cubierta por los cedros y oa elviento gemir entre sus ramas tensas, como arpas elevadas al cielo. Desde sucima contemplaba el abismo, de escarpadas pendientes verdes, las niveas

    cumbres erizadas de aguzados picos y a lo lejos, bajo una bruma rosada, lallanura del Irn.Si la tierra, decase Zoroastro, posee la fuerza para elevar con tal

    empuje su millar de senos hacia el infinito, Por qu no he de poseer yo elpoder de sublevar a mi pueblo con parecido impulso?. Y cuando el esplendordel astro rey doraba la nieve de los cimales, disipando con un solo rayosemejante a hendiente lanza las brumas del abismo, Zoroastro crea en Ormuz.Y rezaba todas las maanas lo que Vahumano le enseara: Levanta, Ohrtilo sol!. Asciende con tus caballos raudos sobre el Hara-Berezaiti, yalumbra al mundo!.

    Pero Ormuz no llegaba. Los sueos nocturnos devenan cada vez msespantosos. Asedibanle los ms horribles monstruos, y tras su inquietaoleada, una sombra apareca vestida con largos cendales negros, velado elrostro con oscuro manto, como su cuerpo. Permaneca inmvil y parecacontemplar al durmiente. Era la sombra de una mujer?. No poda serArduizur. La figura blanca que iba por agua a la fontana azul, no tendra aquelsiniestro aspecto. Apareca y desapareca, perpetuamente inmvil, siemprevelada, fija la oscura mscara de su rostro sobre Zoroastro.

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    hacia la inconsciencia.

    Ms he aqu que durante la tercera noche, en lo ms profundo de susueo, oy una voz inmensa, semejante al retumbar del trueno, que acababa enmelodioso murmullo. Luego, se precipit sobre l un huracn de luz con talviolencia, que crey desprendida el alma de su envoltura. Senta que lacsmica potestad que le frecuentaba desde su infancia, que le haba comoacogido en su valle, para transportarle a la cima, que el Invisible, y elInnominado iban a manifestarse a su inteligencia por medio del lenguaje conque hablan los dioses a los hombres.

    El Seor de los espritus, el rey de reyes, Ormuz, el verbo solar, se leapareci en forma humana. Revestido de hermosura, potente y luminoso,

    fulguraba sobre su gneo trono. Un toro y un len alados soportaban porambos lados el sitial y un guila monstruosa tenda sus alas bajo su base. A sualrededor resplandecan, formando tres semicrculos, siete querubines de alasde oro, siete Elohim de azules alas y siete Arcngeles de alas purpurinas. (Enel Zend Avesta se llama a los Querubines Ameshas-pendas, a los Elohim

    Yzeds y a los Arcngeles Feruers).

    De vez en cuando, un relmpago parta de Ormuz, penetrando en sustres mundos de luz. Entonces los Querubines, los Elohim y los Arcngelesrelucan como el mismo Ormuz en su blanca fulguracin para tomar pronto de

    nuevo su color propio. Anegados en la gloria ele Ormuz, manifestaban launidad de Dios; lucientes como el oro, la prpura y el azur, devenan suprisma.

    Y Zoroastro oy una voz formidable, aunque melodiosa y vasta como eluniverso, que deca:

    Soy Ahura-Mazda, el que te ha creado y elegido. Ahora escucha mi voz,Oh Zarathustra! el mejor de los hombres. Te hablar da y noche y te dictarla palabra de Vida. (Zend Avesta significa, en lengua zenda, palabra deVida).

    Entonces tuvo una cegadora fulguracin de Ormuz con su trino crculo

    de Arcngeles, de Elohim y Querubines. El grupo se hizo inmenso llenandotoda la amplitud del abismo y ocultando las puntiagudas cimas del Albordj,

    palideciendo a medida que se alejaba para invadir todo el firmamento. Durantebreves instantes, cabrillearon las constelaciones al travs de las alas de losQuerubines. Luego todo se diluy en la inmensidad. Pero el eco de la voz deAhura-Mazda resonaba an en la montaa como un trueno lejano que alapagarse vibraba como broncneo escudo. Zoroastro cay de bruces. Cuandodespert se hallaba de tal manera aniquilado, que se guareci en lo ms oscuro

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    de su gruta.

    Entonces el guila que anidaba en su cima sali del abismo donde envano ote su presa y se pos confiadamente a breves pasos del solitario, comosi el ave real de Ormuz reconociera al fin a su profeta.

    Por el dorso del ave goteaba la lluvia. Alis con su pico las plumassperas. Luego, al reaparecer tras una nube el astro del da, tendi a secar susalas y mir fijamente al sol.

    A partir de aquel momento, cada da oy Zoroastro la palabra deOrmuz.

    Hablbale da y noche como una voz interior por medio de imgenesardientes, expresin de los vivos pensamientos de su Dios. Mostrle Ormuz la

    creacin del mundo y su propio origen, es decir, la manifestacin de laviviente palabra en el universo, (En la religin de Zoroastro, dice Silvestre deSacy) las jerarquas o potestades csmicas, la necesaria lucha contra Arimn,enemigo de la obra constructiva, espritu del mal y de la destruccin, y losmedios de combatirlo por medio de la plegaria y del culto del fuego.

    Le ense a luchar contra los demonios por medio del pensamientovigilante y contra los impuros (los turanios) por medio de las armasconsagradas. Instruyle en el amor del hombre por la tierra y en el amor de latierra por el hombre que la cultiva, su contribucin en el esplendor de las

    cosechas, su gozo de ser laborada y sus poderes secretos convertidos enbendiciones para la familia del labrador.Todo el Zend-Avesta no es ms que una larga pltica entre Ormuz y

    Zoroastro: Qu es lo ms agradable de la tierra?. Ahura-Mazda responde:Un hombre puro hollndola. Y en segundo lugar, Qu de ms bello hay en latierra?. Un hombre puro construyendo una morada provista de fuego, habitada

    por mujer e hijos con ganado y rebaos bellos.Se evidencia que, excepcin hecha del tiempo, todo ha sido creado: el

    tiempo es el creador, porque no tiene lmites. Carece de dimensin y deprincipio; ha sido siempre y eternamente ser. A pesar de esas excelentes

    prerrogativas que posee el tiempo, nadie le haba concedido el atributo decreador. Por qu?. Porque nada ha creado. Despus gener el fuego y el agua.Cuando los puso en contacto, vino Ormuz a la existencia. Y desde entoncesfue el tiempo seor y creador, por la creacin que acaba de ejecutar.Porque existe en tal morada abundancia de rectitud. (Tercer fargard delVendidad-Sad (1-17).

    Y Zoroastro, por la voz de Ormuz, oy la respuesta que da la tierra alhombre que la respeta y labora: Hombre, te sostendr siempre y vendr a ti.

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    Y la tierra se le brinda don sus olores buenos y su vaho benfico y el brote

    naciente de trigo verde y la cosecha esplndida.Al contrario del pesimismo budista y de la doctrina de la no-resistencia,hay en el Zend-Avesta (eco de las ntimas revelaciones de Zoroastro) unoptimismo sano y una combatividad enrgica. Ormuz condena la violencia yla injusticia, pero impone el valor como la primordial virtud del hombre.

    En el pensamiento de Zoroastro se percibe la continua presencia delmundo invisible, de las jerarquas csmicas, pero toda la atencin se concentraen la actividad, en la conquista de la tierra, en la disciplina del alma y en laenerga de la voluntad.

    El inspirado profeta del Albordj tena la costumbre de anotar sus

    internas revelaciones sobre una piel de cordero, con un estilete de maderatemplado al fuego, en forma de caracteres sacros que le haba enseadoVahumano.

    Ms tarde anotaron sus discpulos los ulteriores pensamientos comoprolongacin de sus dictados, y aquello fue despus el Zend-Avesta, escrito ensus comienzos sobre piel de animales como debi escribirse el Koran de losrabes y conservado en una especie de arca santa, de madera de cedro,guardaba la cosmogona, las oraciones y las leyes con las ceremonias delculto.

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    VEL GRAN COMBATE

    Cuando, despus de diez aos de soledad y de meditacin, regres denuevo Zoroastro a su tribu natal, los suyos apenas le reconocieron.

    Una llama blica brotaba del misterio de sus grandes ojos y unasoberana autoridad emanaba de su palabra. Convoc a su tribu y a las vecinas

    tribus arias para incitarlas a la pelea contra los turanios. Pero simultneamenteles anunci su revelacin, el Zend-Avesta, el viviente verbo, la palabra deOrmuz.

    Esta palabra convirtise en el centro animador de su obra. Purificacin,trabajo y lucha, tales fueron las tres disciplinas. Purificacin del espritu y delcuerpo por la plegaria y el culto del fuego, a quien llama hijo de Ormuz, queentraa el primordial aliento de Dios. Trabajo de la tierra con los tiles delabranza y el cultivo de los rboles sagrados, el ciprs, el cedro y el naranjo;trabajo coronado de amor con la esposa, sacerdotisa del hogar. Lucha contraArimn y los turanios enemigos.

    La vida de los arios, bajo la gua de Zoroastro, fue de este modo uninterminable velar de armas, un combate incesante ritmado y dulcificado porlas tareas campestres y los goces msculos del hogar.

    Los himnos a Ormuz embellecan el cotidiano sacrificio del fuego. Laprimitiva ciudad fundada por Zoroastro convirtise en floreciente urbe yfortaleza. Sembrbase arco en mano y dardo al cinto. Laborbase el campo de

    batalla y se cosechaba durante los das de paz.Se avanzaba lentamente. Sobre cada solar conquistado, mandaba erigir

    Zoroastro el cerco de empalizada, germen de una ciudad futura, y en el centro,

    el altar de fuego bajo un prtico rodeado de cipreses, a menudo cercano a unafuente.Se instituyeron los mobeds o sacerdotes y los destores, o doctores de la

    ley. Se prohibi, bajo pena de muerte, dar las hijas por esposas a los turanios ytomar las hijas de ellos por esposas.

    Zoroastro dio por smbolo a sus blicos labradores los animalessagrados, sus compaeros y colaboradores: el perro fiel, el caballo presto, elgallo vigilante. Qu nos dice el canto del gallo?. Levntate, es de da. El queantes madruga, entra en el paraso.

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    Como todos los verdaderos iniciados, no ignoraba Zoroastro la ley de la

    reencarnacin, pero jams hablaba de ella. No perteneca a su misinrevelarla. Esta idea hubiera retrasado a la raza aria en su labor cercana: laconquista del suelo por medio de la agricultura y la cristalizacin de la familia.Pero enseaba a sus adeptos el principio del Karma en su forma elemental, esdecir, que la vida futura es consecuencia del presente comportamiento. Losimpuros van al reino de Arimn. Los puros ascienden por una senda luminosaconstruida por Ormuz, luciente como un diamante, estrecha como el filo deuna espada. Al extremo les aguarda un ngel alado, bello como una virgenquinceaera, que les dice: Soy tu obra, tu verdadero yo, tu propia almaesculpida por ti mismo. (Vase en el Zend-Avesta (traduccin de Anquetil-

    Du-perron. el heroico descubridor de la lengua zenda y la primitiva religinpersa) el relato de cierta tentacin de Zoroastro por Agra-Mayni (Arimn),

    seguido por los medios de combatirlo, valindose de plegarias e

    invocaciones. Acaba el captulo con una descripcin del juicio del alma

    entrevisto por Zoroastro en una especie de visin. (Vendidad-Sad - 19?

    fargard).

    Asaltaba de vez en cuando a Zoroastro una honda tristeza invencible. Laterrible melancola de los profetas, abrumador rescate de sus xtasis. Sumisin era vasta como los horizontes del Irn, donde las montaas galopaban

    tras las montaas, donde las llanuras ocultbanse tras las llanuras.Pero cuanto ms le atraa Ahura-Mazda, ms se alejaba la grandeza delprofeta del corazn de los hombres, aun conviviendo y luchando en medio deellos. A veces, durante atardeceres otoales, desfilaban ante l las mujerestransportando las cosechas en gavillas. Algunas se arrodillaban y ofrecan sushaces de trigo al profeta sentado sobre una piedra, junto al altar campestre.Tenda el brazo hacia alguna de ellas murmurando algunas frases.Contemplaba sus recias nucas y sus brazos, bronceados por el sol.

    Alguna que otra le recordaba a Arduizur, pero ninguna posea laluciente blancura de la virgen que iba por lumbre a la fontana azul, ninguna la

    majestad de su porte, ninguna su semblante de hija de rey, ninguna su mirar deguila herida que penetraba como un dardo, ninguna la armona de su voz queemerga como una onda de cristal. La oa an cuando clamaba: Slvame!.Y no haba podido salvarla!.

    Aquel grito terrible haba impulsado al fogoso mancebo, convertido enZoroastro, hacia el sabio Vahumano. Merced a aquel grito haba l sublevadoa su tribu y despertado a toda la raza de los arios a su propia conciencia, pormedio de una lucha a vida o muerte. De aquel grito de mujer angustiada, haba

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    nacido su obra. Pero Ella... Arduizur, Dnde languideca, viva o muerta?.

    Zoroastro, que saba tantas cosas, lo ignoraba. A pesar de tantas plegarias,Ahura-Mazda no se lo haba revelado. Una sombra nube de dolor velaba susecreto.

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    rocas.

    Junto a su caudal emergieron urbes, y navios surcaron sus aguas. Y heaqu que su majestuosa corriente sumergase en la inmensidad del Ocano!...Haba cumplido su tarea. Los arios ya eran libres.

    Pero no obstante, Qu porvenir aguardaba a su raza?.Se iniciaba la noche y haca fro. El anciano profeta tiritaba junto al

    hogar. Entonces exclam: Oh divino Seor Ormuz, heme aqu prximo alfin!. Nada me queda. Todo lo he sacrificado a mi pueblo. He obedecido a tuvoz. Para convertirse en Zoroastro, Ardjasp renunci a la divina Arduizur... yZoroastro no ha vuelto a verla!. Se ha desvanecido en el ilimitado espacio y elSeor Ormuz no la ha devuelto a su profeta. Todo lo he sacrificado a mi raza

    para que posea hombres libres y esposas nobles. Pero ninguna de ellas tiene elesplendor de Arduizur, la urea llama que emanaba de sus ojos... Hazmeconocer, al menos, el porvenir que aguarda a los mos!....

    Y murmurando estas palabras, percibi Zoroastro el retumbo de untrueno lejano junto con la vibracin de mil broncneos escudos. Aument elfragor a medida que se aproximaba y fue al fin terrible. Temblaban todas lasmontaas y la voz del Dios airado pareca querer descuajar la cordillera delAlbordj.

    Zoroastro no pudo menos de gritar: Ahura-Mazda, Ahura-Mazda!. Y

    el profeta, lleno de terror, cay desvanecido contra el suelo, bajo el influjo dela retumbante voz de la altura.Y pronto contempl Zoroastro el mximo esplendor de Ormuz, como lo

    viera en los primeros das de su revelacin, aunque sin su corona de ferueres yde ameshaspentlas. Solamente los tres animales sagrados, el toro, el len y elguila, sostenan su gneo trono, fulgurando a los pies de Ormuz. Y Zoroastrooy la voz de su Dios recorrer los espacios, repercutiendo en su corazn:

    Por qu deca ansias haber lo que slo pertenece a tu Dios?.Ningn profeta conoce por entero los pensamientos del Verbo. No dudesjams de Ahura-Mazda, Oh Zoroastro!, el mejor de los hombres. Porque en

    mi balanza est el destino de todos los seres y aun el tuyo. Quieres conocer elporvenir de tu raza?. Observa, pues, lo que harn los pueblos de Asia de lostres animales que sostienen mi trono.

    La fulgurante visin de Ormuz desapareci y Zoroastro se sintitransportado en espritu hacia futuras edades. Volando a travs del espacio,vio a sus pies el desfilar tumultuoso de las montaas y la fuga procelosa de losllanos, como el descorrer de un gran libro enrollado.

    Distingui al Irn hasta el Mar Caspio, Persia junto al Tauro y el

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    Cucaso; Mesopotamia cerca del Golfo Prsico. Vio primero una flota de

    turanios arrebatar de nuevo la fortaleza de Baktra y profanar el templo deOrmuz. Luego, junto a las orillas del Tigris, vio levantarse la orgullosa Nnive,con multitud de torres, templos y palacios. Un gigantesco toro alado concabeza humana, smbolo de su podero, posbase sobre el arco de la ciudad. YZoroastro observ que el toro se transformaba en bfalo salvaje y asolaba lasllanuras, pisoteaba los pueblos cercanos, de los cuales los puros arios huan enmasa en direccin al Norte.

    Vio despus, ciudad ms vasta todava, cercana al Eufrates, elevarsecon su doble muralla y sus pirmides, la inmensa Babilonia. En el interior deuno de sus templos, dorma, enroscada, una colosal serpiente. El guila de

    Ormuz hendiendo los aires intent atacarla. Pero la serpiente, erguida,rechazla con su soplo de fuego y se fue vertiendo su veneno sobre los

    pueblos circundantes. Por fin vio Zoroastro al len alado avanzar victorioso ala cabeza de un ejrcito de persas y medos. Pero sbitamente el rey deldesierto transmutse en tigre feroz que devoraba a los pueblos, destrozando alos sacerdotes en lo profundo de los santuarios consagrados al sol, a orillas del

    Nilo.Despert Zoroastro de su sueo, lanzando un grito de horror: Si tal es

    el porvenir que amenaza a los arios, la raza de los puros y de los fuertes

    clam el profeta , he combatido en vano. Si as se cumple, desenvainar miespada que hasta el presente ha permanecido limpia de sangre enemiga, paratemplarla en sangre turania. Aunque viejo, avanzar solo hacia el Irn paraexterminar hasta el ltimo de los hijos de Zohak. Para evitar la destruccin demi pueblo me convertir en la presa de Arimn... como la noble Arduizur.

    Entonces la voz de Ormuz se elev como un leve murmullo, como elsoplo de la brisa entre las ramas de los altos cedros, y dijo: Detente, hijomo!. Depn tus mpetus, gran Zoroastro!. No debe tu mano empuar jamsla espada. Tu misin est cumplida. Asciende a la cumbre de la montaadesde donde se ve asomar al sol tras las crestas del monte Berezaiti. Has visto

    el porvenir con mirada de hombre; ahora lo contemplars con los ojos de losDioses... All brilla la justicia de Ormuz y te aguarda el ngel de la Victoria.

    Es la muerte! murmur la voz de Arimn desde el abismotenebroso.

    Es la resurreccin!. clam la voz de Ormuz desde el cielo.Y pronto percibi Zoroastro una especie de luminosa arcada que,

    partiendo de sus pies, se elevaba hacia el firmamento, aguda como el filo deuna espada, luciente como diamante...

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    Arrebatada de su cuerpo, como si fuera conducida por un guila,

    ascendi su alma...En lo ms alto una mujer soberbia, revestida de luz, permaneca de piesobre el puente Tinegad, reluciente de majestad y de sobrehumana dicha.Como dos astros albos le brotaron las alas. Y tendi al profeta una copa de orode la que desbordaba espumeante brebaje. Parecile a Zoroastro que la habaconocido eternamente y por ello no pudo nombrarla. Tan refulgente era elesclate de su maravillosa sonrisa.

    Quin eres, Oh prodigio?. Oh Maestro!. No me conoces?. Soy Arduizur...Tu creacin. Soy ms que t mismo. Soy tu alma divina... Porque t me

    has salvado, t me has llamado a la vida! Cuando, ciega de horror y de clera,asesin a mi raptor, el caudillo turanio, cuando fui despues apualada por sushermanos, err mi alma mucho tiempo entre tinieblas. Fui la sombra que tevisitaba. Te persegua en medio de mi desconsuelo, de mis remordimientos, demis deseos... Pero tus plegarias, tus splicas y tus lgrimas, me elevaron pocoa poco del reino de Arimn. Sobre el incienso de tu amor, sobre elrelampaguear de tus pensamientos, he ascendido y me he aproximado alesplendor de Ormuz. Vamos por fin a beber en la copa de la vida inmortal, enla fuente de la luz!...

    Y la bella Arduizur, transfigurada en el ngel de la Victoria, se lanzen brazos de Zoroastro, como la esposa en brazos del esposo, mientrasaproximaba a sus labios la espumeante copa de la eterna juventud.

    Entonces le pareci al profeta que una radiosa oleada de fuego lesumerga por entero. Y en el mismo instante, fundise Arduizur paracompenetrarse con su salvador.

    Ahora Arduizur late en el corazn de Zoroastro. Mira al travs de losojos de l y l en los suyos. Y ambos contemplan la gloria de Ormuz. En lofuturo, no sern ms que uno. Zoroastro sabe que Arduizur puede alejarse sinsepararse de l o diluirse en su esencia sin dejar de ser ella.

    De sbito, dirigiendo su mirada a la tierra, vio el profeta a los ariosavanzando en luengas caravanas, en tribus o grupos. Arduizur, al frente, losguiaba hacia Occidente... Arduizur, convertida en el Alma de la raza blanca!.

    Cuando los tres discpulos fueron al encuentro de su Maestro, no lohallaron. En la gruta, no quedaba ms que su silvestre bculo y el cubilete deoro con el que verta al fuego el licor fermentado.

    En vano buscaron doquiera. En la cumbre no haba tampoco huellaalguna del profeta.

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    Su guila compaera planeaba solitaria sobre el abismo. Cuando rozaba

    con fuerte batir de alas el umbral de la caverna, pareca buscar todava alhermano de sus soledades, el nico hombre que osara, como ella, contemplarde frente al sol.

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    BUDA

    LA INDIA

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    ILA INDIA

    La India es, por excelencia, el pas de los misterios y de las ocultastradiciones por ser el ms antiguo y el de ms densa historia del mundo. Enninguna parte la humanidad ha vivido tanto en plena naturaleza. All,montaas enormes han surgido tras las montaas; especies se han revuelto

    sobre especies y hazas humanas se han deslizado unas sobre otras como ellimo de los ros.El Djampudvipa, la tierra erizada de montaas (as llama a su patria

    Valmiki, el Hornero indo), ha visto evolucionar seres vivientes, desde lossaurios y las monstruosas serpientes de la Lemuria, hasta los ms bellosejemplares de la raza aria, los hroes del Ramayana, de tez clara y ojos deloto.

    La India ha visto toda la escala de los tipos humanos, desde losdescendientes de las primitivas razas, de condicin casi semianimlica, hastalos sabios solitarios de los Himalayas y el perfecto Buda, Sakia-Muni.

    Y de todo cuanto ha pululado durante edades innumerables bajo el solde los trpicos sobre su suelo fecundo, la India ha conservado algo.Monumentos grandiosos, animales raros, tipos de humanidades desaparecidas,recuerdos de pocas inmemoriales que flotan an en el aire embalsamado y enlas antiguas plegarias.

    De los tiempos antediluvianos guarda ella al elefante, majestuoso ysabio, la boa voraz y los ejrcitos de monos retozones. Del perodo vdicosubsiste el culto de los elementos y de los antepasados.

    A pesar de la invasin musulmana y de la conquista inglesa, la

    civilizacin brahmnica reina como perpetua seora con sus millones dedivinidades, sus vacas sagradas y sus faquires, sus templos ahondados en elcorazn de los montes y sus pagodas monstruosas, pirmides de diosessuperpuestos, erguidas en los bosques y en los llanos. All nadie se asombra dehallar los ms violentos contrastes. El ms grosero fetichismo vive en paz conla ms refinada filosofa. Al lado del misticismo y del pesimismotrascendente, las religiones primitivas celebran todava sus agitados ritos.

    Los viajeros que han asistido a la fiesta primaveral de Siva, en Benars,lo han experimentado. No sin asombro han visto todo un pueblo compuesto de

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    brahmanes y maharajs, prncipes y mendicantes, sabios y faquires, mancebos

    semidesnudos y mujeres de maravillosa hermosura, nios de porte grave yancianos tambaleantes, salir como una marea humana de los palacios y de lostemplos que bordean la orilla izquierda del Ganges sobre un sendero de dosleguas. Han contemplado esta multitud, ostentando sedas suntuosas y srdidosharapos, descender las gradas gigantescas, para lavar sus pecados en las aguas

    ptridas del sacro ro y saludar con exclamaciones entusiastas, acompaadasde una lluvia de flores, a la Aurora ndica, la Aurora de frente de rosa ycorazn de mbar que precede al fulgurante sol. Y han percibido la hondasensacin del culto vdico, todava viviente en el corazn de la India y lagrande emocin religiosa de los primeros das de la humanidad aria.

    Otros viajeros, impelidos por una especie de piedad ancestral y por lased de los orgenes, penetraron hasta el manantial del Ganges. Y sos gustaronuna sensacin todava ms intensa y ms rara, ya que oyeron los himnossacros de los peregrinos al apuntalar el alba, el rumor de las aguas fluidas, delas nieves eternas y las primeras lumbres matinales en el ter puro de las cimashimalyicas.

    De dnde provienen, pues, a este pueblo y esta tierra, su carctermaravilloso y nico?. A qu se debe que aqu el pasado venerable y lejanodomina an el presente mientras que en nuestras urbes de Occidente la

    actualidad absorbe lo pasado en su fiebre de renovacin, pareciendo como siquisiera pulverizarlo bajo la rabia ciega de sus mquinas?.La respuesta se halla en la misin providencial de la India. Esta misin

    consiste en perpetuar al travs de los aos y divulgar entre otras naciones lasms antiguas tradiciones humanas y la ciencia divina subyacente en el alma.Todo contribuye a ello, la configuracin geolgica, las virtudes que irradiande la raza iniciadora, la elevacin y la amplitud de su inspiracin primera ytambin la diversidad de las razas que han hecho de este suelo un turbador y

    prodigioso hormiguero humano.El mar y la montaa, que moldean la faz del planeta, se han conjurado

    para hacer de la India el pas de la contemplacin y del ensueo, rodendolode sus masas lquidas y rocosas.

    Al Sur, el Ocano Indico envuelve sus costas casi doquierainabordables. Al Norte se iza la barrera infranqueable, la ms alta cordilleradel globo, el Himayat, dosel del mundo y trono de los dioses, que la separadel resto del Asia y que parece querer juntarla con el cielo.

    Tambin los Himalayas prestan a la India su carcter nico entre lospases tropicales. Todas las estaciones, la flora y la fauna toda, se escalonan en

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    sus flancos, desde la palmera gigante al abeto alpino, desde el rayado tigre de

    Bengala a la lanuda cabra de Cachemira. De sus domos de hielo virteme,hacia las planicies tostadas, tres grandes ros: el Indo, el Ganges y elBramaputra. En fin, por las brechas de Pamir ha descendido la raza electa delos conquistadores guiada por sus dioses. Vertiente humana, no menosfecunda que, mezclndose con las razas indgenas, deba crear la civilizacinndica.

    Parece que el poeta Valmiki haya resumido el milagro ario al comienzode su Ramayana cuando describe el Ganges lanzndose desde el alto cielosobre los Himalayas, a la invocacin de los ms poderosos ascetas. Al

    principio los Inmortales se mostraron en todo su esplendor, y a su venida, el

    cielo se ilumin con claridad deslumbradora. Luego el ro descendi y laatmsfera se llen de espuma como lago argentado por multitud de cisnes.Despus de saltar de cascada en cascada, de valle en valle, gan el Ganges lallanura. Los dioses le precedan sobre sus carros centelleantes; los delfines ylas ninfas celestes, las Apsaras, danzaron sobre sus ondas. Hombres y bestiassiguieron su curso majestuoso. Gan por fin el mar, pero ni el mismo Ocano

    pudo detenerlo. El ro santo se sumergi hasta el fondo de los infiernos y lasalmas se purificaron en sus ondas para remontar hacia los Inmortales.

    Soberbia imagen de la sabidura primordial que, descendiendo de las

    alturas celestes, se hunde hasta las entraas de la tierra para arrebatarles susecreto.

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    IILA INDIA, AL APARECER EL BUDA

    Durante muchos millares de aos, despleg su esplendor la civilizacinbrahmnica, manteniendo su equilibrio a travs de guerras intestinas, derivalidades dinsticas y de las innovaciones de los cultos populares.Provenale este equilibrio de la sabidura vdica, cuyo podero perdura

    todava.Sin embargo, seis o siete siglos antes de nuestra era, se inici el declive.A pesar de la slida unidad religiosa que dominaba la diversidad de sus sectas,la India, dividida en multitud de reinos, predispuesta para las invasionesextranjeras de las que Alejandro Magno dara, tres siglos ms tarde, la sealdefinitiva, se anemiaba y decaa. Entregada a sus luchas intestinas y a lasintrigas de harn, afeminados por la poligamia sus reyes, deslizbase su vidaentre el lujo y la pereza, mientras el pueblo se bastardeaba por eldesbordamiento de las razas inferiores. Ante los templos de Siva, los faquiresfanticos, caricaturas de los verdaderos ascetas, se entregaban a odiosas

    mortificaciones bajo pretexto de alcanzar la santidad. A las sacras vrgenes, lasdevasis, que figuraron siempre en los templos de Brahm y de Vishn, seoponan ahora las sacerdotisas de Kali. Con sus miradas ms llameantes quesus antorchas encendidas, con sus ojos en los que brillaba la sed inextinguiblede voluptuosidad y de muerte, atraan a los fieles fascinados a sus templostenebrosos. Los parias se entregaban todava a placeres ms viles para olvidarsus dolores y el yugo de la esclavitud. De los bajos fondos de esta sociedadsuban lamentos mezclados a los gritos de alegra salvaje con los miasmas delvicio y el aliento de pasiones disolventes, amenazando sus virtudes seculares y

    sus conquistas del espritu.stas permanecan todava guardadas por los brahmanes. Ya que, en lacima de este mundo, velaba an con ellos la tradicin, la inmemorialsabidura, que se reduca cada vez ms. Haba perdido su espontaneidad

    primitiva, su amplia visin abierta sobre el Cosmos como sobre el mundointerior. Limitada a frmulas abstractas, se osificaba en el ritualismo y en la

    pedantera escolstica, no restndole de su pasado ms que la prodigiosaciencia. Y aun sta comenzaba a declinar.

    Dichosos los pueblos que, en la embriaguez de la accin, beben la onda

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    del Leteo y olvidan su odisea al travs del mundo!. Crense nacidos de ayer,

    puesto que renacen en un da, de un sorbo de vida y de esperanza.Los brahmanes doblegbanse bajo el yugo del pasado humano. Siglos,milenios, kalpas o perodos del mundo pesaban sobre sus espaldas como lasmasas gigantescas del Gaorisankar y cedan de laxitud sus brazos como ramasde viejos cedros inclinados bajo el peso de las nieves.

    Como perdieron los arios de la India poco a poco el espritu deconquista y de aventura, perdan los brahmanes la te en el futuro humano.Encerrados en el crculo himalyico, separados de los dems pueblos, dejaron

    pulular bajo ellos las masas corrompidas y se sumergieron en susespeculaciones.

    En los Upanishads hay elevados pensamientos, visiones de asombrosahondura, mas se percibe en ellos el descorazonamiento, el desdn y laindiferencia. A fuerza de buscar la unin con Atma, el Espritu puro, los

    brahmanes olvidaron, en su egosta contemplacin, el mundo y los hombres.En aquel momento surgi entre los brahmanes el primer hombre que

    os combatirlos a ultranza. Ms, circunstancia curiosa, combatindolos, ldeba, al fin, impulsar su secreto pensamiento y fijar su ideal tico en la formainolvidable de la renunciacin perfecta. Su doctrina se nos aparece como laexacerbacin y el negativo reverso del brahmanismo. Es el postrer chispazo

    del genio indo en el ocano del infinito, chispazo de valenta y de unatemeridad loca que finaliza desplomndose. Pero de este desplome veremosresurgir dos grandes ideas, como aves migradoras escapadas de un naufragio.Ideas fecundas, ideas-madres que llevarn la quintaesencia de la antiguasabidura a Occidente, que la transformar segn su misin y su genio.

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    IIIJUVENTUD DE BUDA

    Entre las estribaciones nepalesas de los Himalayas y el ro Rohini,prosperaba antao la raza de los Sakias. Esta palabra significa los Poderosos.

    De vastas llanuras pantanosas empapadas por los torrentes de lamontaa, el trabajo del hombre haba hecho una comarca floreciente y rica,

    salpicada de tupidos bosques, de claros arrozales, de praderas llenas deabundoso pasto nutridor de esplndidos caballos y opulento ganado.All naci, en el siglo VI antes de nuestra era, un nio al que dieron por

    nombre Sidarta. Su padre, Sudodana, era uno de los muchos reyes del pas,soberanos en su dominio como lo son an oficialmente los rajas de hoy da. Elnombre de Gautama, que la tradicin otorga al fundador del budismo, pareceindicar una familia de cantores vdicos de este nombre, sus ascendientes

    paternos.Ante el altar domstico donde arda el fuego de Agni, el nio fue

    consagrado a Brahm. l deba ser tambin cantor y encantador de almas, pero

    cantor de un gnero nico. No celebrara la Aurora de rosados senos y debrillante diadema ni el Dios solar de arco centelleante, ni el Amor que tienepor flechas flores y cuyo aliento aturde como violento perfume. l entonarauna meloda fnebre, grandiosa y extraa, intentando envolver a los dioses y alos hombres en el estrellado sudario de su Nirvana.

    Los grandes ojos fijos de este nio, lucientes bajo una frenteextraordinariamente comba (as la tradicin ha figurado siempre a Buda),contemplaban al mundo con asombro. Haba en ellos abismos de tristeza y deevocacin.

    Gautama pas su infancia en el lujo y la ociosidad. Todo le sonrea en elsuntuoso jardn de su padre; los bosquecillos de rosales, los estanquesesmaltados de lotos, las gacelas familiares, los antlopes domesticados y lasaves de mltiple plumaje sacudindose a la sombra de los ramajes de losasokas y de los mangos. Ms nada poda ahuyentar la sombra precoz quevelaba su semblante, nada poda calmar la inquietud de su corazn. Era deaquellos que apenas hablan porque piensan mucho.

    Dos cosas lo diferenciaban del resto de los hombres, alejndolo de sussemejantes como un abismo sin fondo: por un lado, la piedad sin lmites por el

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    dolor de todos los seres; y por otro, la ansiosa bsqueda del porqu de los

    hechos. Una paloma desgarrada por el gaviln, un perro expirando bajo lamordedura de una serpiente, le llenaban de horror. Los rugidos de las fierasaprisionadas en la jaula de los exhibidores, le parecan ms dolorosos, msespantables an que los estertores de sus vctimas y le producanestremecimientos no de temor, sino de compasin.

    Cmo, despus de tales emociones, poda holgarse en los festejosreales, en las danzas gozosas, en los combates de elefantes, en las cabalgatasde hombres y mujeres que pasaban ante sus ojos a los sones de tambores ycmbalos?.

    Por qu Brahm cre este mundo lleno de espantosos dolores y de

    insensatos goces?. Qu aspiraban, dnde iban todos aquellos seres?. Qubuscaban esas bandadas de cisnes viajeros que volaban en primavera ms altosque las nubes en busca de las montaas, tornando en la estacin de las lluviasal Yamuna y al Ganges?. Qu habra tras las oscuras moles del Nepal y losenormes domos nevados de los Himalayas, hincados en el cielo?.

    Ya que, en las noches sofocantes del esto el lnguido cantar de unamujer sala de las cimbradas galeras del palacio, Por qu la solitaria estrellala alumbraba, rtila, sobre el rojo horizonte de la llanura trrida, ardiente defiebre y entorpecida de oscuridad?. Era para decirle que tambin ella

    palpitaba de un amor inasequible?. No se desgranara quiz, en aquel mundolejano, la misma meloda en el silencio del espacio?. No reinara all tambinla misma languidez, idntico deseo de infinito?.

    Alguna que otra vez, y como hablando consigo mismo, el jovenGautama haba dirigido tales preguntas a sus amigos, a sus preceptores y a sus

    padres. Sus amigos le respondan riendo: Qu nos importa a nosotros!. Elbrahmn preceptor le haba dicho: Los sabios ascetas tal vez lo sepan. Suspadres susurraban: Brahm quiere que se ignore.

    Sujeto a la costumbre, Gautama se uni en matrimonio y hubo de suesposa un hijo llamado Rala. Este acontecimiento no pudo disipar sus dudas

    ni variar el curso de sus pensamientos.Deban conmover al joven prncipe los tiernos lazos con que la dulce

    esposa y el inocente nio enlazaban su corazn. Ms, Qu representaban lascaricias de una mujer y la sonrisa de un nio sobre esa alma torturada por eldolor del mundo?. No hacan ms que intensificar la fatalidad que lo sujetabaal dolor universal y su deseo de liberacin devino ms agudo.

    La leyenda ha juntado en un solo episodio las impresiones quecondujeron a Gautama a su paso decisivo. Cuenta que, durante un paseo,

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    encontr un anciano, un enfermo y un muerto. El aspecto de aquel cuerpo

    tambaleante y decrpito, de aquel apestado cuerpo cubierto de lceras y deaquel cadver en descomposicin, debieron obrar sobre l con el poder delrayo, revelndole el fin inevitable de toda vida y la ms negra hondura de lamiseria humana.

    Y entonces resolvi renunciar a la corona y abandonar para siempre supalacio, su familia y su hijo, para consagrarse a la vida asctica.

    Esta tradicin condensa en una escena dramtica y en tres ejemplos lasexperiencias y reflexiones de largos aos. Ms esos ejemplos conmueven aldescubrir los mviles de toda existencia, revelando un carcter.

    Un documento pali que se remonta a un siglo despus de muerto Buda y

    donde palpita todava la tradicin viviente, pone en boca de Gautama,dirigindose a sus discpulos: Al hombre, en todo tiempo le ataja el disgustoy el horror ante la vejez. Sabe que la vejez le acecha. Ms agrega: No mealcanzar. Pensndolo, siento que me inunda todo el ardor de la juventud. Dehecho, en todas las predicaciones de Buda y en toda la literatura budista, lavejez, la enfermedad y la muerte acuden sin cesar, como los inevitables malesde la humanidad.

    Contaba Gautama veintinueve aos cuando decidi abandonardefinitivamente el palacio de su padre, rompiendo todo lazo con su vida

    pasada para buscar la liberacin en la soledad y la verdad en la meditacin. Enfrases simples y conmovedoras, la tradicin relata su muda despedida a laesposa y al hijo: Antes de marchar, piensa en su hijo recin nacido: Quierover a mi nio. Se encamina al departamento de su esposa y la encuentradormida sobre su lecho sembrado de flores, la mano sobre la cabecita delinfante. Gautama piensa: Si aparto la mano de mi esposa para abrazar a mihijo la despertar. Cuando sea Buda volvere a ver a mi hijo. Fuera leesperaba su caballo Kantaka y el hijo del rey huy sin que nadie le viera.Huy lejos de su mujer y de su hijo, para hallar la paz del alma y brindarla almundo y a los dioses. Tras de s avanzaba, como una sombra, Mara, el

    tentador, acechando el momento en que un pensamiento de injusticia o dedeseo brotara de aquella alma que luchaba por la salvacin, un pensamientoque le diera fuerza sobre el odiado enemigo. (Resumen de la leyenda porOldenberg).

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    IVSOLEDAD E ILUMINACIN

    Hallamos a Gautama, el regio descendiente de los Sakias, convertido enmonje (Sakia-Muni) errando por las sendas, la cabeza rasurada, envuelto enamarillo sayal, con la escudilla en la mano, pidiendo limosna por los caseros.

    Dirigise primero a los encumbrados brahmanes para que le indicaran el

    camino de la verdad. Pero sus respuestas complicadas y abstractas sobre elorigen del mundo y la doctrina de la identidad con Dios, no le satisfacan. Susmaestros, detentores de la antigua tradicin de los rishis, le indicaron, sinembargo, ciertas prcticas respiratorias y procedimientos de meditacin,necesarios para alcanzar la perfecta concentracin interior. Ms tarde se sirvide ellos en su gimnasia espiritual.

    Pas luego varios aos rodeado de cinco ascetas jainos, (Jainos,nombre que significa vencedores, era una secta de fanticos ascetas,

    existente en el sur de la India mucho antes de la fundacin del budismo, conel que tiene grande analoga), que le llevaron a su escuela de Uruvala, en

    Magada, a orillas de un ro de remansos bellos. Despus de sujetarse muchotiempo a su disciplina implacable, pudo convencerse de que a ningn anheladofin le conduca.

    Un da les declar su renuncia a tales mortificaciones intiles y suresolucin de buscar la verdad por s mismo, valindose solamente de lameditacin. A tales palabras, airados los ascetas fanticos, con sus cuerposesquelticos y sus rostros esculidos, se alzaron con desprecio y dejaron solo asu compaero junto al ro.

    Y goz entonces sin duda la embriaguez de la soledad en medio de la

    naturaleza virgen, este refrigerante manantial descrito en la literatura budista:Cuando a nadie distingui ante m y detrs de m, gozo en la permanencia demi soledad entre los bosques. Para el monje solitario anheloso de perfeccines all gozosa la vida. Solo, sin compaeros, en la selva amable, Cundoalcanzar el fin?. Cundo estar libre de pecado?.

    Y la noche le sorprendi en idntica postura, sentado, las piernascruzadas bajo el rbol de sus meditaciones, de cien mil hojas murmurantes. Ala orilla del ro, ornada de flores, por guirnalda la abigarrada corona de los

    bosques, el monje permaneca sentado gozosamente, entregado a su

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    meditacin. No haba mayor felicidad para l.

    Un pastor, enamorado del aspecto ingenuo y grave del asceta de aurabenfica, le llevaba todos los das leche y bananas. Una gacela, atrada por sudulzura, se le acercaba hasta comer en su mano los granos de arroz. Y casi sesenta feliz.

    Ms sus pensamientos sumerganse ansiosamente en la espiral infinitadel mundo interior. Durante el da meditaba esforzadamente, intensamente,sobre s mismo y sobre los dems, sobre el origen del mal y sobre el supremofin de la vida. Trataba de explicarse el fatal encadenamiento de los destinoshumanos por medio de razonamientos cerrados, agudos, despiadados. MsCuntas dudas, cuntas lagunas, cuntos abismos insondables!.

    Durante la noche se abandonaba sobre el ocano del sueo, a la deriva,para reemprender al da siguiente el curso de sus pensamientos. Y as su sueodevena cada vez ms transparente. Era como una serie de velos superpuestos,de gasas fluidas que, al descorrerse, descubran mundo tras mundo.

    Al comienzo vea proyectarse su propia vida pasada, inversamente, enimgenes sucesivas. Despus reconocise a s mismo bajo distinta figura, conotras pasiones como en una pasada existencia. Y tras de este velo tenue,aparecieron otros semblantes desconocidos, extraos, enigmticos que

    parecan llamarle...

    Oh ilimitado reino de la ilusin y del sueo!, pensaba Gautama, Erest la cima del mundo que contiene las fuentes secretas?. Eres t el reverso dela urdimbre en la cual poderes ignotos entremezclan los hilos que tejen todaslas cosas y todos los seres, que forman el vvido cuadro de este vastouniverso?. Y reemprenda de nuevo sus meditaciones sin lograr unir entre slas corrientes de aquel caos uniforme.

    Relata la tradicin que Sakia-Muni practic durante siete aos ejerciciosde concentracin interior antes de alcanzar la iluminacin. Logrla, por fin,

    bajo la forma de una serie de xtasis durante el sueo. Es preciso seguir decerca los fenmenos psquicos amasados por la leyenda durante estas cuatro

    noches extticas. Ya que de su peculiar carcter y de su interpretacin, hasurgido la doctrina del Buda y todo el budismo.

    Durante la primera noche penetr Sakia-Muni en lo que la India llamaKama Loka (mansin de deseos). Es el Amenti egipcio, el Hades griego, elPurgatorio cristiano. Es la esfera llamada mundo astral por el ocultismo deOccidente o estado psquico definido con esta palabra: esfera de la

    permeabilidad, caos sombro y nebuloso. Al principio le asaltaban toda clasede animales, serpientes y bestias feroces. Su alma lcida comprendi que

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    reclinadas a los pies de un maestro. Y la felicidad que irradiaba de sus

    miradas, de sus actitudes, de sus palabras, pareca emanar de un elevadomundo planeante sobre sus cabezas, al que dirigan de vez en cuando sustendidos brazos, unindolos a todos en su clica armona.

    Pero de pronto, vio Gautama algunos de aquellos semblantes palidecerconmovidos. Entonces se apercibi de que cada una de aquellas almas sehallaba unida al mundo inferior por un hilo imperceptible. Esta red defilamentos descenda hasta lo profundo al travs de una nube purprea que lasostena en el abismo. A medida que la nube roja ascenda, se ibadesvaneciendo, y el paraso areo devena cada vez ms imperceptible.

    Y Gautama comprendi el sentido de su visin. Aquellos lazos sutiles

    eran ataduras indestructibles, restos de pasiones humanas, de inextinguiblesdeseos que unan aquellas almas gozosas a la tierra, Forzndolas, tarde otemprano, a nuevas encarnaciones. Cuntos adioses ay! en perspectiva tras elreencuentro celeste, cuntos nuevos alejamientos en aquellos laberintos dedolor y de prueba a los que aguardaba acaso, el fin, la separacin eterna!...

    Cuando a la maana siguiente despert Sakia-Muni tras la segundanoche, los cisnes viajeros volaban por el cielo nebuloso. Y fue ms triste parael despertar de aquella visin paradisaca, que del sueo infernal. Pensaba enlos futuros destinos de todas aquellas almas, en su errar sin fin.

    En la tercera noche se elev, por un poderoso esfuerzo, al mundo de losdioses. Fue aquel un sueo inenarrable, un sublime panorama de grandezainefable.

    Vio ante todo los Arquetipos luminosos que irradian en el umbral delmundo de los Devas, crculos, tringulos, astros centelleantes, moldes delmundo material. Seguidamente aparecieron ante l las fuerzas csmicas, losdioses carentes de inmutable forma, pero que actuaban, multiformes, en lasvenas del mundo. Vio ruedas gneas, torbellinos de luz y de tinieblas, astrostransformndose en leones alados, en guilas monstruosas cuyas cabezaserguidas irradiaban un ocano de llamas.

    De aquellas figuras que aparecan, desaparecan y se metamorfoseabanmultiplicndose con la rapidez del rayo, emanaban en todas direccionescorrientes lumnicas que se diversificaban por el Universo. Y aquellascorriente de vida, borboteaban en el curso de los planetas, brotando de nuevoen su superficie, amasando a todos los seres.

    Al identificarse el vidente con todo el ardor de aquella vida con unaespecie de poder de ubicuidad, en el deslumbramiento de su embriaguez, oyde sbito el grito de dolor humano ascender del abismo y llegar hasta l como

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    Slo les envolva en su inmensa piedad. Acaso no se hallaban ellos tambin

    sujetos a la fatal ilusin del cambio, por el deseo universal, por la seddesenfrenada de ser y de vivir?. Si no podan salvarse a s mismos, Cmoiban a auxiliar a los hombres?.

    Antes de la cuarta noche, Sakia-Muni, abrumado de angustia, invoc alInnominado, al Inmanifestado, a Aquel que el clarividente no percibe, paraque le revelara el arcano de la felicidad y del reposo eternos.

    Al dormirse, vio de nuevo la terrible rueda de la existencia, como uncrculo de sombra poblado de hormigueros humanos. La rueda infatigable davueltas lentamente. Aqu y all, algunos valientes luchadores, ascetassublimes, pasaban del crculo sombro al halo luminoso que les rodeaba. Eran

    los sabios ascetas, los Bodisatvas que le haban precedido. Pero ninguno deellos haba logrado la salvacin verdadera, el reposo definitivo. Todos caande nuevo en el crculo de sombra, a todos sujetaba la rueda fatal.

    Entonces experiment Sakia-Muni el mayor de sus dolores, elquebrantamiento de todo su ser, al desquiciarse el mundo de las apariencias.Ms a este desgarramiento supremo sucedi una inefable felicidad. Sintisesumergido en un mar profundo de quietud y de paz. All no haba formas, niluz, ni rumores de vida. Su ser fundise deliciosamente en la durmiente almadel mundo que ningn soplo agitaba y su conciencia se desvaneci en aquella

    inmensidad dichosa. Haba alcanzado el Nirvana.Si Sakia-Muni hubiera tenido la voluntad de ir ms all y la fuerza paraelevarse por encima del sueo csmico, hubiera odo, hubiera visto, hubierasentido algo ms todava. Hubiera odo el Sonido primordial, la divina Palabraque crea la luz; hubiera escuchado aquella msica de las esferas que impulsa alos astros y a los mundos. Llevado por las ondas de esta armona, hubieracontemplado la reverberacin del Sol espiritual, del Verbo creador. All, elsupremo deseo del amor se identifica con el ardiente gozo del sacrificio. Allse halla uno por encima de todo, atravesando el todo, porque all se ostenta elmanantial del tiempo brotando de la eternidad y volviendo a ella. All se halla

    uno identificado con todas las cosas en la plenitud de la existencia. Se planeasobre todo dolor, porque puede convertirse en gozo. All todos lossufrimientos se funden en una felicidad nica, como los colores del prisma enel rayo solar. All se alcanza el reposo en la accin trascendente y la

    personalidad suprema en el absoluto don de s mismo. All no se condena lavida, porque se bebe la divina esencia en su manantial. Libre, enteramentemanumiso, infrangible en adelante, se vuelve a la vida para crearla de nuevoms hermosa. De esta esfera de la Resurreccin, presentida por la sabidura

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    desesperaciones y penas.

    Pero si se suprime la causa primera, el no-conocimiento, toda lacadena de efectos se destruye, quedando el mal vencido.En suma, precisa matar el deseo para suprimir la vida y cortar el mal de

    raz.Anhelaba el Buda que todos los hombres alcanzaran el Nirvana.

    Sabedor de cuanto tena que decir a los brahmanes y al pueblo, Sakia-Muniabandon su retiro para volver a Benars y propagar su doctrina.

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    VLA TENTACIN

    Como todos los profetas, tuvo el Buda que atravesar una prueba antesde realizar su obra. Ningn reformador ha dejado de sufrir la tentacin de laduda respecto de s mismo antes de enfrentarse resueltamente con las

    potestades del da. A la primera tentativa, crecen los obstculos como

    montaas y la labor de una serie de aos aparece como la ascensin de unbloque hasta una cima.Cuenta la leyenda que el demonio Mara cuchiche a su odo: Entra en

    el Nirvana, hombre perfecto. La poca nirvnica ha llegado para ti. Buda lerespondi: No entrar en el Nirvana en tanto no se acreciente y se difunda lavida santa entre los hombres y no sea lo suficientemente predicada doquiera.

    Aproximsele un brahmn exclamando con menosprecio: Un laico nopuede ser brahmn. Buda respondi: El verdadero brahmn es aquel quedestierra de s mismo toda maldad, toda mancha, toda impureza. Fracasadoslos hombres frente al Bienaventurado, intervinieron los elementos. Viento,

    lluvia torrencial, fro, tempestad y tinieblas, cernironse sobre l.Esta conjuracin de los elementos contra Buda, representa el postrero y

    furioso asalto de las pasiones, expulsadas por el alma del santo y que seabalanzan ahora sobre l desde el exterior, con la horda entera de las fuerzasde que proceden.

    Para evidenciar el hecho oculto que ocurre entonces, se sirve la leyendade un smbolo. En aquel momento, dice, el rey de las serpientes, Mucalinda,sale de su secreto dominio, enroscando siete veces con sus anillos el cuerpo deBuda, protegindole as contra la tempestad.

    Transcurridos siete das, cuando Mucalinda, rey de las serpientes, vio elclaro cielo sin nubes, desenrosc sus anillos del cuerpo del bienaventurado, ytomando la forma de un mancebo, se aproxim al sublime, juntas las manos,adorndolo. Entonces el sublime dijo: Dichosa la soledad del bienaventuradoque ha reconocido y contempla la verdad.

    La serpiente Mucalinda representa aqu el cuerpo astral del hombre,asiento de la sensibilidad que compenetra su cuerpo fsico, creando en tornode l un aura radiosa en la que se reflejan, para el ojo del clarividente, todaslas pasiones en mltiples coloraciones. Durante el sueo, el cuerpo astral, con

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    el yo consciente, se desintegra del cuerpo fsico del hombre en forma de

    espiral. Semeja entonces una serpiente. En este cuerpo astral (Paracelso lollama as porque se halla en relacin magntica con los astros quecomponen nuestro sistema solar. El ocultismo occidental ha adoptado este

    trmino), residen y vibran las pasiones humanas. Por su mediacin todas lasinfluencias buenas y malas actan sobre el ser humano. Gobernado yorganizado por la fuerza de su voluntad, el santo o el iniciado puedentransformarlo en una coraza infrangibie contra los ataques externos.

    Tal es el significado de la serpiente Mucalinda enroscada en el cuerpode Buda, protegindolo contra la tempestad de las pasiones. Pero tiene todavaun segundo significado. En cierto grado de la iniciacin, percibe el

    clarividente la imagen astral de la animlica parte inferior de su ser,evolucionada en encarnaciones precedentes. Es preciso afrontar esteespectculo y matar al monstruo por medio del pensamiento. De lo contrario,no es posible penetrar en el mundo astral y menos aun en el espiritual y en eldivino.

    En la tradicin oculta, se llama esta aparicin el guardin del umbral.Mucho ms adelante, transcurridas largas experiencias y logradas brillantesvictorias, alcanza el iniciado su divino Prototipo, la imagen de su almasuperior bajo una forma ideal. He aqu por qu la serpiente Mucalinda se

    metamorfosea en un bello mozo, una vez la borrasca del mundo inferior se hadisipado.

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    VILA ENSEANZA Y LA COMUNIDAD BUDISTA

    Principi el Buda su predicacin en Benars. De momento convirti acinco monjes, que ms tarde fueron sus fervientes discpulos y a los que envia predicar su doctrina, dicindoles: Os hallis libres de todo lazo. Id por elmundo para salvacin de las gentes, y la gloria de los dioses y de los

    hombres.Poco despus se le adhirieron mil brahmanes de Uruvela quepracticaban las sentencias del Veda y el sacrificio del fuego, cumpliendo susabluciones en el ro Neranjara.

    Pronto afluy la multitud. Por l dejaron los alumnos a sus maestros.Reyes y reinas llegaban sobre la grupa de sus elefantes para admirar al santo yhacerle ofrenda de su amistad. La cortesana Ambapali ofreci al Buda un

    bosque de mangos. El joven Bimbisara lleg a ser el protector de su regiocolega, transformado en monje mendicante.

    La predicacin de Buda dur cuarenta aos, sin que los brahmanes

    opusieran el menor obstculo.Compartase anualmente su vida en dos perodos: uno nmada y otro

    sedentario, nueve meses de viaje y tres de reposo. Cuando en junio, despusde la ardiente cancula, se amontonan como terrones las negras nubes y elsoplo del monzn anuncia el perodo de lluvias, se retira el indo durantequince das en su palacio o en su choza. Ros y torrentes acrecientan su cauceinterceptando las comunicaciones. Los pjaros, dice un viejo libro budista,construyen sus nidos en la copa de los rboles. Lo mismo hacan los monjesdurante un trimestre.

    En los nueves meses de viaje, Buda hallaba doquiera asilos, parques yjardines, mansiones de reyes o de ricos comerciantes. No le faltaban para sualimento mangos y bananas. Ello no impeda no obstante a aquellosrenunciadores de los bienes mundanos, observar su voto de pobreza ycontinuar su vida de mendicantes.Todas