Trabajo de Catedra

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República Bolivariana de Venezuela Ministerio del Poder Popular Para la Defensa Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada Nacional Núcleo Puerto Cabello VI Semestre de Ingeniería Mecánica Cátedra Bolivariana II CAMPAÑAS LIBERTADORAS

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CAMPAÑAS REALIZADAS POR EL LIBERTADOR SIMON BOLIVAR

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular Para la Defensa

Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada

Nacional

Núcleo Puerto Cabello

VI Semestre de Ingeniería Mecánica

Cátedra Bolivariana II

CAMPAÑAS LIBERTADORAS

Profesora: Alumno:

Abog. Cilenia Bustamante Br. Alfredo Pires

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C.I.: 24.704.781

CAMPAÑA DE NUEVA GRANADA:

El movimiento independentista de 1810 a 1819 liberó de la denominación

colonial de España con Colombia con el apoyo estratégico-militar de Simón

Bolívar y las fuerzas patriotas. En esos años se vivió una autentica

Revolución violenta, donde fueron ejecutados grandes dirigentes.

La independencia de Colombia fue un proceso largo y sangriento. Se trató de

un conflicto que se libró a partir de 1810 para liberar el territorio que hoy es

conocida como Colombia, cuando antes era conocida como Nueva Granada.

Parte de la guerra se debió a la invasión francesa a España que ocurrió en

1808. Desde 1810 a 1816 se caracterizo por años de constante luchas

internas entre los defensores de la independencia y las fuerzas españolas.

Cartagena fue la primera provincia en proclamar la independencia en el año

1811. En 1811, nació el Estado Libre de Cundinamarca, liderado por Antonio

Nariño. Otras ciudades formaron la República de las Provincias Unidas de

Nueva Granada, liderada por Camilo Torres.

Las Provincias fueron derrocadas en 1813, pero luego obtuvieron ayuda del

Simón Bolívar, quien tomó Santa Fe de Bogotá con un ejército de 1.800

hombres en diciembre de 1814. Sin embargo, en 1816 los españoles la

recuperaron y fusilaron a muchos patriotas como Camilo Torres y Francisco

José de Caldas.

Entre las batallas que se lideraron en el periodo de 1811 a 1816 están;

Batalla de Bajo Pelacé, Batalla de Cúcuta, Batalla de río Palo, Batalla de

Cahirí y Batalla de Tambo.

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Simón Bolívar empieza a formar un nuevo ejército en Venezuela para

regresar a Nueva Granada, y en 1819 Bolívar inicia desde Mantecal, la

marcha libertadora de Nueva Granada, donde culmina esta gran hazaña en

Bogotá dándole la libertad a Nueva Granad.

La campaña libertadora de Nueva Granada emprendida por Simón Bolívar se

inicio en 1819, para liberar a la Nueva Granada (Colombia) del dominio

español.

En 1819 José María Barreiro era quien se encontraba al mando de las tropas

realistas en Nueva Granada, por su parte Bolívar quien comandaba la tropa

realista, cruzo los Andes a la cabeza de un ejército, para enfrentarse al

coronel Barreiro.

El 27 de junio de 1819 los patriotas bajo el mando de bolívar se enfrentan a

las fuerzas realistas, esta fue la primera batalla libertadora. Los patriotas

ganaron la batalla otorgándolo la libertada al pueblo de Paya.

El 11 de julio de 1819, Simón Bolívar ordeno a su ejército a tomar la

población de Gámeza para evitar el avance de las fuerzas realistas. Esta fue

una batalla muy reñida donde ambos bandos tuvieron bajas y grandes

pérdidas.

El 25 de julio de 1819, el ejercito patriota enfrento a los españoles logrando

vencerlos, el ejército venezolano-Granadino al mando de Simón Bolívar

derrotaron a los españoles quienes regresaron a Paipa y a Molinos de

Banza.

El 7 de agosto de 1819, se llevo a cabo el combate que consagró la

independencia de la Nueva Granada. La victoria de la batalla de Boyacá fue

la derrota definitiva del ejército español. El coronel Barreiro fue capturado y

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posteriormente ejecutado, al enterarse el virrey Juan de Sámano de la

derrota de los realistas, escapó a tiempo a Cartagena de Indias.

El 10 de agosto de 1819 el libertador Simón Bolívar entra triunfalmente a

Bogotá. Esta batalla abrió paso para que se llevaran a cabo las campañas

libertadoras de Venezuela, Quito, Perú y alto Perú.

CAMPAÑA DE CARABOBO:

Al expirar el armisticio el 28 de abril de 1821, ambos bandos comenzaron

una movilización de sus fuerzas. Los leales poseían un despliegue que hacía

favorable un combate en detalle, venciendo a las divisiones rebeldes una a la

vez. Los rebeldes, en cambio, necesitaban concentrar sus tropas para poder

obtener una sola batalla decisiva.

El general republicano Mariano Montilla al mando de tres mil hombres puso

bajo asedio Cartagena de Indias entre el 14 de julio de 1820 y el 10 de

octubre de 1821 (durante la vigencia del armisticio hubo un alto al fuego) y

ocupó Riohacha y Maracaibo (lo que llevó al fin de la tregua). Bolívar en

persona comandaba 5.000 soldados acantonados en Barinas y Páez

marchaba hacia él con 4.000 refuerzos. Bermúdez por su parte avanzaba

hacia Caracas con 2.000 desde el Oriente. Por último, el ejército granadino

se encargaba de las operaciones en el valle del Magdalena. La Torre en

cambio disponía de 9.000 soldados distribuidos a lo largo de toda la costa

caribeña venezolana y neogranadina en distintas guarniciones pero con sus

comunicaciones interrumpidas desde la revolución en Maracaibo que llevo a

que dicha ciudad pasara a poder rebelde. Más de dos años antes (1818) sus

fuerzas eran de 18.000 combatientes, pero a causa de las continuas derrotas

ante los independentistas habían descendido a la mitad. Bolívar y sus

ejércitos totalizaban en cambio 20.000 hombres frente a los cerca de ocho

mil que eran pocos años antes.

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La concentración rebelde se realizó en la ciudad de San Carlos, donde

acudieron los ejércitos de Bolívar, parte del de Páez y la división del general

Rafael Urdaneta. En total más de 6.000 hombres. La Torre tenía por su parte

5.0006 a 6.300. El ejército de Oriente, dirigido por José Francisco Bermúdez

realizó una maniobra de distracción avanzando sobre Caracas, La Guaira y

los Valles de Aragua que obligó a La Torre a enviar unos dos batallones de

infantería y escuadrón de caballería a Barquisimeto en su contra para

recobrar las posiciones y asegurar su retaguardia, unos mil combatientes. El

ejército rebelde avanzó de San Carlos a Tinaco cubierto por la avanzada del

coronel José Laurencio Silva, que tomó las posiciones leales en Tinaquillo. El

20 atraviesa el ejército rebelde el río Tinaco y el 23 Bolívar pasa revista a sus

fuerzas en la sabana de Taguanes.

DOCUMENTOS:

TRATADO DE ARMISTICIO Y REGULARIZACIÓN DE LA GUERRA:

Fueron dos acuerdos firmados entre la Gran Colombia y el Reino de España

el 25 y el 26 de noviembre de 1820 en Trujillo, Venezuela. Mediante estos

tratados quedaba oficialmente derogada la guerra a muerte, se acordaba una

tregua de seis meses además de constituir de facto un reconocimiento del

estado colombiano.

CAMPAÑA DE LIBERACIÓN DEL SUR:

Las Campañas del Sur fueron una serie de campañas militares que se

llevaron a cabo en América del Sur bajo el liderazgo de Bolívar, decisivas

para la independencia de Ecuador, Perú y Bolivia.

Los hechos que abarcan las Campañas del Sur varían según el autor.

Algunos opinan que estas campañas fueron las de Quito y Pasto en los años

de 1820 y 1822, otros manifiestan que son todas aquellas operaciones

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militares que se llevaron a cabo por la Gran Colombia desde 1821 hasta

1826. Lo que no está en duda es el objetivo primordial de estas campañas, el

cual fue culminar la Guerra de Independencia de Hispanoamérica y unirla en

una sola nación.

La unión de América fue el gran sueño de Simón Bolívar. Al alcanzar la

libertad de Venezuela, Bolívar continuó con su espíritu independentista y

luchó por la liberación del los pueblos al sur de Venezuela. Esto solo pudo

ser posible entre batallas, insurrecciones, ataques, deserciones y otros

acontecimientos que hoy en día se conocen como las Campañas del Sur.

Al independizarse Venezuela, el Congreso de Cúcuta le otorga a Bolívar la

presidencia de Colombia. Sin embargo, Bolívar decide que su lucha no había

culminado al independizar a Venezuela y desea obtener la libertad del resto

de los pueblos de Sudamérica. Por lo cual, le encarga la vicepresidencia de

Venezuela a Carlos Soublette y nombra a Santander presidente encargado

de la República de Colombia. Dando inicio a las Campañas del Sur.

Principales acontecimientos de las Campañas del Sur:

Campaña de Quito: Después de la revolución del 9 de octubre de 1820

Guayaquil se convirtió en un estado independiente llamado la Provincia Libre

de Guayaquil, pero al poco tiempo enfrentó una delicada situación militar

luego de ser vencidos en la Primera Batalla de Huachi y la Batalla de

Tanizagua. José Joaquín Olmedo le solicitó ayuda militar a la Gran Colombia

con el propósito de defender Guayaquil y liberar la Real Audiencia de Quito.

En 1821, Bolívar responde a la solicitud de Olmedo y envía al general

Antonio José de Sucre a Guayaquil. El 6 de mayo de 1821, Sucre llegó a la

ciudad con unos 650 soldados colombianos que se sumaron a los 1400

soldados ecuatorianos. Sucre tenía como funciones: asumir el mando de las

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tropas en Guayaquil, incorporar la provincia a Colombia y preparar junto a

Bolívar las operaciones para liberar Quito.

Sucre envió pequeños destacamentos a diferentes direcciones para así

desinformar a los realistas de la ruta que tendría su tropa mientras se

embarcaban en Guayaquil y zarpaban con rumbo a Machala. Con

autorización de Bolívar, Sucre y su ejército avanzaron hacia Alausi. El 24 de

mayo de 1822, se enfrenta al ejército realista en la Batalla de Pichincha y

obtiene la victoria, como resultado Quito es ocupada por el Ejército

Libertador. Pocos días después, el 29 de mayo, es proclamada la integración

de la antigua Real Audiencia de Quito a Colombia.

Rebelión de Pasto: Bolívar y Sucre se reúnen en Quito, los pastusos se

rebelan bajo la dirección de Boves. Bolívar envía a Sucre a controlar la

situación, pero éste es derrotado por los rebeldes el 24 de noviembre de

1822 en la Primera Cuchilla del Taindala. Sucre se retira perseguido por

Boves, y reorganiza sus tropas, enfrentándose nuevamente contra Boves en

la 2ª Cuchilla del Taindala y en la Quebrada de Yacuanquer, resultando

vencedor.

Boves se retira de vuelta a Pasto y prepara sus defensas. El 24 de diciembre

de 1822, Sucre toma por asalto la ciudad y derrota a los pastusos, acabando

con la rebelión.

Anexión y entrevista de Guayaquil: Al culminar la campaña independentista

de Ecuador, Quito y las demás provincias se habrían anexado a la República

de Colombia, excepto Guayaquil que desde 1820 se había constituido como

una provincia libre. En Guayaquil, las opiniones se encontraban divididas,

algunos deseaban anexarse al Perú, otros a Colombia y el resto defendía su

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posición de provincia libre. Tanto San Martín como Bolívar querían que

Guayaquil se anexara a sus Estados. Bolívar y San Martín se entrevistaron el

26 de julio de 1822, donde se presume que hablaron sobre la soberanía de

Guayaquil y la guerra en Perú. Por lo cual, Bolívar decidió ocupar

militarmente la ciudad y el 31 de julio de 1822 es proclamada la anexión de

Guayaquil a Colombia.

Campañas en el Perú: Luego de las campañas emancipadoras de José de

San Martín en el sur a finales de 1810, la situación en la región era

preocupante: se acrecentaban los conflictos entre las Provincias Unidas del

Río de la Plata y Buenos Aires y los caudillos hacían de las suyas tras la

Batalla de Cepeda; el Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve iniciaban una

fuerte política expansionista en la región poniendo en riesgo independencia

americana; en el Perú, San Martín buscaba una solución política para la

guerra con la coronación de un príncipe europeo en América, pero las peleas

por el poder entre los caudillos, las ambiciones políticas de la oligarquía y el

potente ejército español presente en el país , estaba a punto de dar paso a la

mayor de las anarquías.

Perú solicita la ayuda colombiana: Las fuerzas independentistas peruanas se

encontraban debilitadas, por lo que el gobierno de Riva Agüero se vio

presionado por la opinión pública para que solicitara la ayuda de Bolívar,

quien se encontraba en Guayaquil. Bolívar accedió a las peticiones peruanas

y envió 6.000 hombres en dos expediciones sucesivas de 3.000 hombres

cada una, bajo el mando de Sucre.

Segunda rebelión de Pasto: En 1823, Colombia se encontraba

desguarnecida, ya que la mayoría de sus tropas estaban en Perú. Los líderes

de la resistencia pastusa, Estanislao Merchancano y Agustín Agualongo,

aprovecharon la situación para alzarse en Pasto en apoyo al Rey. Sin

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embargo, éstos fueron derrotados varias ocasiones, entre ellas en Ibarra,

pero tras cada derrota se retiraban a las montañas donde reorganizaban sus

fuerzas y volvían a atacar. Finalmente, en julio de 1824, culmina la rebelión

con la captura y fusilamiento de Agualongo.

Sucre, Jefe Militar Supremo: El 18 de junio de 1823, Lima casi

desguarnecida fue invadida por José Canterac, quien contaba con un ejército

de 8.000 hombres. Ante la situación, el Congreso nombró a Sucre General

en Jefe y el 18 de junio con solo 3.700 hombres, evacuó la ciudad para El

Callao. Posteriormente, ambas fuerzas combatieron en reiteradas ocasiones,

entres éstas los se encuentran: los combates en el Carrizal y la Legua. El 21

de junio el Congreso peruano proclamó a Sucre Jefe Supremo Militar.

Expedición de intermedios: Sucre recomendó al Congreso enviar una

expedición de 3.000 hombres para reforzar las tropas peruanas ubicadas en

el altiplano y así obligar a Canterac a evacuar Lima. El Congreso aceptó. En

tal sentido, Sucre designó como jefe de su estado mayor al general

Rudecindo Alvarado, y el 13 de julio partió del Callao hacia Intermedios.

Llegada de Bolívar: Bolívar llego a Lima el 10 de septiembre de 1823, en

medio de grandes celebraciones, el Congreso peruano lo nombró Director

Supremo de la Guerra. Simultáneamente arribaron refuerzos colombianos al

Callao.

Rebelión de las fuerzas argentinas: El 5 de febrero de 1824, motivados por

los retrasos de sus pagos, se rebelaron en El Callao los soldados del

Regimiento del Río de la Plata, junto con algunas unidades chilenas y

peruanas. Éstos apresaron a sus oficiales y liberaron al coronel realista

español José de Casariego, otorgándole el mando de sus fuerzas.

Seguidamente, parte de los granaderos a caballo se unieron a la rebelión

desde Lurín, el resto se encontraba en desacuerdo con la acción tomada y

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decidieron unirse al ejército del Libertador, creando un escuadrón que luchó

en las Batallas de Junín y Ayacucho, volviendo finalmente a Buenos Aires.

Finalmente, las Campañas del Sur lograron su objetivo de liberar a los

pueblos de Sudamérica obteniendo la independencia de Ecuador, Perú y el

Alto Perú (Bolivia).

MANIFIESTO DE CARUPANO:

Es un documento escrito por el libertador Simón bolívar el día 7 de

septiembre de 1814 en el cual explica el nuevo fracaso de la segunda

república.

Bolívar se quejaba de la injusticia de los hombres y abogaba por la justicia

divina, los ciudadanos venezolanos no estaban preparados para la justicia,

por eso no eran capaces de desarrollar sus propias leyes, es decir, que no

entendían el significado de la libertad, Bolívar obliga prácticamente a los

venezolanos a asumir la libertad, a pesar de su falta de aprecio ante la

misma.

El libertador critica al pueblo venezolano por no seguir sus ideales, y por el

contrario celebra la fuerza del pueblo colombiano ante la posición que asume

por la libertad. El documento contiene un pensamiento claro sobre el colapso

de la Revolución la cual se mantiene en la política atropellada por lo

enemigos de la patria. Bolívar insiste en el carácter civil sobre la lucha de

nuestra independencia. Se despide con un compromiso solemne, el de

regresar “Libertador o Muerto”.

Fue con el Manifiesto de Carúpano cuando Simón Bolívar expuso en forma

detallada sus criterios políticos respecto a la situación social que impedía el

desarrollo de los gobiernos republicanos en Venezuela.

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El libertador declaro que el establecimiento de libertad de un país de

esclavos es una obra imposible de ejecutar súbitamente, porque la justicia

justifica la audiencia de haberla emprendido, la imposibilidad de la

adquisición califica la insuficiencia de los medios.

CONTENIDO DEL MANIFIESTO DE CARUPANO:

Ciudadanos:

Infeliz del magistrado que autor de las calamidades o de los crímenes de su

Patria se ve forzado a defenderse ante el tribunal del pueblo de las

acusaciones que sus conciudadanos dirigen contra su conducta; pero es

dichosísimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la

política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto y se presenta

inocente a exigir de sus propios compañeros de infortunio una recta decisión

sobre su inculpabilidad.

Yo he sido elegido por la suerte de las armas para quebrantar vuestras

cadenas, como también he sido, digámoslo así, el instrumento de que se ha

valido la providencia para colmar la medida de vuestras aflicciones. Sí, yo os

he traído la paz y la libertad, pero en pos de estos inestimables bienes han

venido conmigo la guerra y la esclavitud. La victoria conducida por la justicia

fue siempre nuestra guía hasta las ruinas de la ilustre capital de Caracas,

que arrancamos de manos de sus opresores. Los guerreros granadinos no

marchitaron jamás sus laureles mientras combatieron contra los dominadores

de Venezuela, y los soldados caraqueños fueron coronados con igual fortuna

contra los fieros españoles que intentaron de nuevo subyugarnos. Si el

destino inconstante hizo alternar la victoria entre los enemigos y nosotros,

fue sólo en favor de pueblos americanos que una inconcebible demencia

hizo tomar las armas para destruir a sus libertadores y restituir el cetro a sus

tiranos.

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Así, parece que le cielo para nuestra humillación y nuestra gloria ha

permitido que nuestros vencedores sean nuestros hermanos y que nuestros

hermanos únicamente triunfen de nosotros. El Ejército Libertador exterminó

las bandas enemigas, pero no ha podido exterminar unos pueblos por cuya

dicha ha lidiado en centenares de combates. No es justo destruir los

hombres que no quieren ser libres, ni es libertad la que se goza bajo el

imperio de las armas contra la opinión de seres fanáticos cuya depravación

de espíritu les hace amar las cadenas como los vínculos sociales.

No os lamentéis, pues, sino de vuestros compatriotas que instigados por los

furores de la discordia os han sumergido en ese piélago de calamidades,

cuyo aspecto sólo hace estremecer a la naturaleza, y que sería tan horroroso

como imposible pintaros. Vuestros hermanos y no los españoles han

desgarrado vuestro seno, derramando vuestra sangre, incendiando vuestros

hogares, y os han condenado a la expatriación. Vuestros clamores deben

dirigirse contra esos ciegos esclavos que pretended ligaros a las cadenas

que ellos mismos arrastran; y no os indignéis contra los mártires que

fervorosos defensores de vuestra libertad han prodigado su sangre en todos

los campos, han arrostrado todos los peligros, y se han olvidado de sí

mismos para salvaros de la muerte o de la ignominia. Sed justos en vuestro

dolor, como es justa la causa que lo produce.

Que vuestros tormentos no os enojen, ciudadanos, hasta el punto de

considerar a vuestros protectores y amigos como cómplices de crímenes

imaginarios, de intención, o de omisión. Los directores de vuestros destinos

no menos que sus cooperadores, no han tenido otro designio que el de

adquirir una perpetua felicidad para vosotros, que fuese para ellos una gloria

inmortal. Mas, si los sucesos no han correspondido a sus miras, y si

desastres sin ejemplo han frustrado empresa tan laudable, no ha sido por

efecto de ineptitud o cobardía; ha sido, sí, la inevitable consecuencia de un

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proyecto agigantado, superior a todas las fuerzas humanas. La destrucción

de un gobierno, cuyo origen se pierde en la oscuridad de los tiempos; la

subversión de principios establecidos; la mutación de costumbres; el

trastorno de la opinión, y el establecimiento en fin de la libertad en un país de

esclavos, es una obra tan imposible de ejecutar súbitamente, que está fuera

del alcance de todo poder humano; por manera que nuestra excusa de no

haber obtenido lo que hemos deseado, es inherente a la causa que

seguimos, porque así como la justicia justifica la audacia de haberla

emprendido, la imposibilidad de su adquisición califica la insuficiencia de los

medios. Es laudable, es noble y sublime, vindicar la naturaleza ultrajada por

la tiranía; nada es comparable a la grandeza de este acto y aun cuando la

desolación y la muerte sean el premio de tan glorioso intento, no hay razón

para condenarlo, porque no es lo asequible lo que se debe hacer, sino

aquello que el derecho nos autoriza.

En vano, esfuerzos inauditos han logrado innumerables victorias, compradas

al caro precio de la sangre de nuestros heroicos soldados. Un corto número

de sucesos por parte de nuestros contrarios, ha desplomado el edificio de

nuestra gloria, estando la masa de los pueblos descarriada por el fanatismo

religioso, y seducida por el incentivo de la anarquía devoradora. A la

antorcha de la libertad, que nosotros hemos presentado a la América como la

guía y el objeto de nuestros conatos, han opuesto nuestros enemigos la

hacha incendiaria de la discordia, de la devastación y el grande estímulo de

la usurpación de los honores y de la fortuna a hombres envilecidos por el

yugo de la servidumbre y embrutecidos por la doctrina de la superstición:

¿Cómo podría preponderar la simple teoría de la filosofía política sin otros

apoyos que la verdad y la naturaleza, contra el vicio armado con el

desenfreno de la licencia, sin más límites que su alcance y convertido de

repente por un prestigio religioso en virtud política y en caridad cristiana? No,

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no son los hombres vulgares los que pueden calcular el eminente valor del

reino de la libertad, para que lo prefieran a la ciega ambición y a la vil codicia.

De la decisión de esta importante cuestión ha dependido nuestra suerte; ella

estaba en manos de nuestros compatriotas que pervertidos han fallado

contra nosotros; de resto todo lo demás ha sido consiguiente a una

determinación más deshonrosa que fatal, y que debe ser más lamentable por

su esencia que por sus resultados.

Es una estupidez maligna atribuir a los hombres públicos las vicisitudes que

el orden de las cosas produce en los Estados, no estando en la esfera de las

facultades de un general o magistrado contener en un momento de

turbulencia, de choque, y de divergencia de opiniones el torrente de las

pasiones humanas, que agitadas por el movimiento de las revoluciones se

aumentan en razón de la fuerza que las resiste. Y aun cuando graves errores

o pasiones violentas en los jefes causen frecuentes perjuicios a la República

estos mismos perjuicios deben, sin embargo, apreciarse con equidad y

buscar su origen en las causas primitivas de todos los infortunios: la

fragilidad de nuestra especie, y el imperio de la suerte en todos los

acontecimientos. El hombre es el débil juguete de la fortuna, sobre la cual

suele calcular con fundamento muchas veces, sin poder contar con ella

jamás, porque nuestra esfera no está en contacto con la suya de un orden

muy superior a la nuestra. Pretender que la política y la guerra marchen al

grabo de nuestros proyectos, obrando a tientas con sólo la pureza de

nuestras intenciones, y auxiliados por los limitados medios que están a

nuestro arbitrio, es querer lograr los efectos de un poder divino por resortes

humanos.

Yo, muy distante de tener la loca presunción de conceptuarme inculpable de

la catástrofe de mi Patria, sufro al contrario, el profundo pesar de creerme el

instrumento infausto de sus espantosas miserias; pero soy inocente porque

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mi conciencia no ha participado nunca del error voluntario o de la malicia,

aunque por otra parte haya obrado mal y sin acierto. La convicción de mi

inocencia me la persuade mi corazón, y este testimonio es para mí el más

auténtico, bien que parezca un orgulloso delirio. He aquí la causa porque

desdeñando responder a cada una de las acusaciones que de buena o mala

fe se me puedan hacer, reservo este acto de justicia, que mi propia vindicta

exige, para ejecutarlo ante un tribunal de sabios, que juzgarán con rectitud y

ciencia de mi conducta en mi misión a Venezuela. Del Supremo Congreso de

la Nueva Granada hablo, de este augusto cuerpo que me ha enviado con sus

tropas a auxiliarlos como lo han hecho heroicamente hasta expirar todas en

el campo del honor. Es justo y necesario que mi vida pública se examine con

esmero, y se juzgue con imparcialidad. Es justo y necesario que yo satisfaga

a quienes haya ofendido, y que se me indemnice de los cargos erróneos a

que no he sido acreedor. Este gran juicio debe ser pronunciado por el

soberano a quien he servido; yo os aseguro que será tan solemne cuanto

sea posible, y que mis hechos serán comprobados por documentos

irrefragables. Entonces sabréis si he sido indigno de vuestra confianza, o si

merezco el nombre de Libertador.

Yo os juro, amados compatriotas, que este augusto título que vuestra gratitud

me tributó cuando os vine a arrancar las cadenas, no será vano. Yo os juro

que libertador o muerto, mereceré siempre el honor que me habéis hecho,

sin que haya protestad humana sobre la tierra que detenga el curso que me

he propuesto seguir hasta volver segundamente a libertaros, por la senda del

occidente, regada con tanta sangre y adornada de tantos laureles. Esperad,

compatriotas, al noble, al virtuoso pueblo granadino que volará ansioso de

recoger nuevos trofeos, a prestaros nuevos auxilios, y a traeros de nueva la

libertad, si antes vuestro valor no la adquiere. Sí, sí, vuestras virtudes solas

son capaces de combatir con suceso contra esa multitud de frenéticos que

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desconocen su propio interés y honor; pues jamás la libertado ha sido

subyugada por la tiranía. No comparéis vuestras fuerzas físicas con las

enemigas, porque no es comparable el espíritu con la materia. Vosotros sois

hombres, ellos son bestias, vosotros sois libres, ellos esclavos. Combatid,

pues, y venceréis. Dios concede la victoria a la constancia.

Carúpano, septiembre 7 de 1814.