Opt Lbspan An3 Similaru

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PROGRAMA ANALITICĂ Disciplina: LIMBA SPANIOLA Specializarea: Română – Spaniola Anul III ID, Semestrele I-II Curs optional B Titularul disciplinei: Lect. univ. dr. Similaru Lavinia Denumirea disciplinei Limba Spaniola 3 Codul disciplinei Semestr ul I, II Numărul de credite 8 Facultatea Litere Numărul orelor pe an / activităţi Profilul Filologie Tota l S I T C A T AA Specializare a Română – Spaniola 56 3 6 8 1 2 - Categoria formativă a disciplinei: DF fundamentală, DG - generală, DS - de specialitate, DE - economică/managerială, DU - umanistă DF Categoria de opţionalitate a disciplinei: DI DI

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P R O G R A M A A N A L I T I C Ă

Disciplina: LIMBA SPANIOLA

Specializarea: Română – Spaniola

Anul III ID, Semestrele I-II

Curs optional B

Titularul disciplinei: Lect. univ. dr. Similaru Lavinia

Denumirea

disciplinei

Limba Spaniola

3

Codul disciplinei Semestrul I, II Numărul de

credite

8

Facultatea Litere Numărul orelor pe

an / activităţi

Profilul Filologie Total SI T

C

A

T

AA

Specializarea Română – Spaniola 56 36 8 12 -

Categoria formativă a disciplinei: DF – fundamentală, DG - generală,

DS - de specialitate, DE - economică/managerială, DU - umanistă

DF

Categoria de opţionalitate a disciplinei: DI – impusă, DO - opţională,

DL - liber aleasă (facultativă)

DI

Discipline

anterioare

Obligatorii

(condiţionate)

-

Recomandate -

Obiective - cunoasterea tehnicii de elaborare a unui dictionar;

- tipuri de lexicografice

- structura interna a unui dictionar

Conţinut

LA LEXICOGRAFÍA

1. La lexicografía

2. Semántica, lexicología y lexicografía

3. Tipos de obras lexicográficas

4. Estructura interna de un diccionario

4.1. Algunas cuestiones relativas a la macroestructura

a) La organización del léxico: organización

semasiológica y organización

onomasiológica

b) La selección del léxico

c) La selección del lema

4.2. Algunas cuestiones relativas a la microestructura

a) Acotaciones

b) Definición

c) Indicaciones de uso

4.3. Las definiciones en el diccionario

a) Diccionario general y enciclopedia

b) Tipos de definición

5. Los diccionarios del español

Forma de evaluare (E – examen, C – colocviu / test final, LP - lucrări de

control)

E

Stabilirea - răspunsurile la examen / colocviu / lucrări practice 50%

notei - activităţi aplicative atestate / lucrări practice/ proiect

etc.

-

finale - teste pe parcursul semestrului 25%

(procentaje) - teme de control 25%

Bibliografie

generală Alarcos Llorach, Emilio, 1972: Estudios de gramática funcional del

español, S.G.L. Madrid

Dumitrescu, Domniţa 1976: Gramatica limbii spaniole prin

exerciţii structurale, Editura Ştiinţifică şi Enciclopedică, Bucureşti

Gómez Torrego, Leonardo, 1995: Gramática didáctica del español,

Ediciones S. M. Madrid

Marcos Marín, Francisco, 2001: Gramática de la lengua española,

Espasa, Madrid

Munteanu, Dan si Duhaneanu ,Const.,2001: Gramatica limbii

spaniole, Ed. Niculescu, Bucuresti

Real Academia Española, 1978: Esbozo de una nueva gramática de la

lengua española, Espasa, Madrid

SUPORT DE CURS

Disciplina: LIMBA SPANIOLA

Specializarea: Română – Spaniola

Anul III ID, Semestrele I-II

Curs optional B

Titularul disciplinei: Lect. univ. dr. Similaru Lavinia

LA LEXICOGRAFÍA

1. La lexicografía

2. Semántica, lexicología y lexicografía

3. Tipos de obras lexicográficas

4. Estructura interna de un diccionario

4.1. Algunas cuestiones relativas a la macroestructura

d) La organización del léxico: organización semasiológica y

organización onomasiológica

e) La selección del léxico

f) La selección del lema

4.2. Algunas cuestiones relativas a la microestructura

d) Acotaciones

e) Definición

f) Indicaciones de uso

4.3. Las definiciones en el diccionario

c) Diccionario general y enciclopedia

d) Tipos de definición

5. Los diccionarios del español

1. LA LEXICOGRAFÍA

Aunque a veces se confunde lexicología y lexicografía, ya hemos visto el campo en el

que se desarrolla la labor del lexicólogo. Pero, ¿cuál es la labor de la lexicografía? En pocas

palabras la lexicografía se considera el arte (para algunos autores) o la ciencia (para otros) de

confeccionar diccionarios. En cierto modo es - o debería ser - el resultado final más

característico y más popular de la aplicación de todos los conocimientos lingüísticos

adquiridos en el estudio de los distintos niveles de representación de la lengua a los que

hemos ido dedicando nuestra atención a lo largo de todo este curso.

¿Qué esperamos los usuarios de un Diccionario? Está claro que, en general, esperamos

que nos aclaren el significado de una determinada voz o un determinado uso de ella. Pero, sin

duda, no sólo eso: también, quizá, su procedencia y su etimología1, su pronunciación, su

caracterización morfológica, el tipo de estructuras sintácticas en las que puede integrarse.

Desde luego, ya lo hemos dicho, una aclaración de su significado, pero también sus

extensiones significativas, sus posibles sinónimos o antónimos, sus variantes dialectales o

jergales, los especiales sentidos que adquieren en determinados contextos, ... y, además, en un

orden al que nos resulte fácil acceder y con una tipología adecuada, que destaque

convenientemente los aspectos más relevantes.

Así pues, sin haber agotado, sin duda, todas las posibilidades que nos ofrecen los

diccionarios, ni todas las exigencias que les pedimos, hemos dado un repaso general a la

historia, a la fonética, a la morfología, a la sintaxis, a la semántica y a la pragmática, sin

contar los aspectos históricos, y socioculturales o tipográficos que van anejos. Y todo ella,

para todas y cada una de las voces incluidas. Podemos ahora entender claramente la inmensa

complejidad que entraña una disciplina cuyo producto nos resulta a todos tan familiar.

1 Ya hemos visto su interés no sólo desde el punto de vista lingüístico, sino también histórico y sociológico, como claro resto de los procesos sociales que marcaron una determinada época.

2. SEMÁNTICA, LEXICOLOGÍA Y LEXICOGRAFÍA

Los tres conceptos que constituyen nuestro epígrafe: semántica, lexicología y

lexicografía también suelen entrecruzarse. Creemos que, si consideramos todos los aspectos

que hasta aquí se han expuesto, el lector ya posee claves suficientes como para entender el

porqué han podido confundirse y el porqué deben diferenciarse. Las disciplinas se han

mezclado porque, como ya dijimos, tradicionalmente hemos acudido a un diccionario en

busca de significados. Sin embargo,

ya sabemos que el significado es permeable a todos los niveles lingüísticos, por lo que

el estudio del significado de las palabras constituye solamente una parte de los

estudios del significado,

sabemos también que para el lexicólogo el significado es sólo uno de los muchos

aspectos de las palabras que le interesan. Su origen, incorporación y evolución dentro

del sistema lingüístico le importan tanto como su historia externa: su procedencia, el

momento histórico en el que se introduce, la finalidad de su introducción (quién, por

qué y en qué contexto las utiliza), o las posibles causas de su vigencia o desgaste,

finalmente, ya hemos dicho que el lexicólogo se ocupa del significado de las palabras,

pero también de mucho más... y de mucho menos. De mucho más, porque deberá

adentrarse en muy distintos territorios de las ciencias del lenguaje, y de mucho menos,

porque forzosamente deberá seleccionar, de entre todas ellas, las que le sean más

convenientes en cada caso, en función de la obra en la que esté empeñado.

Dejemos, pues, a cada uno su territorio; al semantista, seguir adentrándose en los difíciles

problemas de la significación; al lexicólogo, estudiar los complejos avatares de las palabras; y

al lexicógrafo la difícil tarea de deslindar, de entre todos los conocimientos enumerados, los

que más convengan a su obra, de investigar en las lagunas que no han dejado cubiertas las

otras aportaciones, y, además, de aprender y aplicar los propios métodos que ha desarrollado

esta disciplina y que actualmente se enmarcan en lo que se ha denominado lexicografía

teórica.

3. TIPOS DE OBRAS LEXICOGRÁFICAS

Las obras lexicográficas pueden clasificarse en:

Índices de palabras: Son listas de palabras que no adjuntan ningún tipo de

información sobre significados o uso. Suelen aparecer organizadas

alfabéticamente, aunque pueden estructurarse según cualquier otro criterio, por

ejemplo, su frecuencia o su orden de aparición en un hábeas determinado. En

general, son de carácter parcial y se crean con fines muy precisos. Marcan, sin

duda, el límite entre lo que es o no es una obra lexicográfica. Consideremos,

por ejemplo, un índice de todas las palabras utilizadas por Cervantes,

organizadas por frecuencias, con el fin de determinar si una obra apócrifa se

adapta o no al resto de su obra. Se podrían, además, incorporar datos

numéricos sobre el uso de cada forma, o su categoría morfológica. Se podrían

también organizar por orden alfabético, por categorías gramaticales, etc. En

cualquier caso, siempre estaríamos dentro de los límites de lo que se

consideran índices de palabras.

Vocabularios: Son listas de palabras organizadas por orden alfabético. Suelen

incluir información adicional y se basan en áreas muy concretas (un

determinado autor, una zona geográfica, áreas técnicas, jergas profesionales o

de grupos sociales, hablas infantiles, etc.) pero son exhaustivas, es decir,

incluyen todas las formas registradas en el corpus que les sirve de base. En

nuestro ejemplo, podríamos hablar del vocabulario de Cervantes si en la obra

lexicográfica en cuestión encontramos seleccionadas y anotadas todas las

voces utilizadas por ese autor a lo largo de su obra.

Glosarios: Son, realmente, repertorios de palabras organizadas

alfabéticamente, es decir, una selección de formas que se consideran relevantes

en un ámbito determinado o con unos objetivos concretos. De nuevo, suelen

centrarse también en áreas muy específicas. Pueden incluir formas flexivas y

derivadas, tal y como se presentan en el corpus. De nuevo, limitándonos a

nuestro ejemplo, se escogerían y explicarían únicamente aquellas voces o giros

que podrían suscitar dudas en un posible lector. Evidentemente, si la

recopilación está pensada para especialistas, el ámbito de selección será mucho

más restringido y erudito que si pretende dirigirse a un público más amplio.

Léxicos: Son catálogos de palabras que pretenden incorporar el léxico

característico de un determinado ámbito. Frente a los glosarios, son

exhaustivos, sin embargo, frente a los vocabularios, son más restringidos, y

seleccionan sólo los términos relativos a su interés. Podrían considerarse, en

ese sentido, un subconjunto de los vocabularios. Siguiendo con nuestro

ejemplo, consideremos el léxico de germanía, o el léxico caballeresco de

Cervantes. Deberá ser todo el léxico relativo a esos temas, pero sólo ese

léxico.

Diccionarios: Son catálogos de palabras que pretenden incorporar todo el

léxico de referencia de una lengua. Son, pues, obras de carácter más general

que los vocabularios. Incluyen información sobre el significado de cada

palabra, con sus diferentes acepciones, pero no suelen incluir variedades

flexivas ni derivadas (o sólo en casos muy concretos). Su contenido, como

veremos, es muy variado y depende, fundamentalmente, de los criterios que

persigan. Por su propia definición son de carácter abierto, ya que - a pesar del

criterio globalizador perseguido - difícilmente pueden, en la práctica,

incorporar la totalidad de las formas registradas en el material del que se

sirven.

Thesaurus (también Tesauros o Tesoros): Son las obras lexicográficas más

ambiciosas, dado que pretenden incorporar absolutamente todas las formas

léxicas que estén documentadas, históricamente, en una lengua, con sus

sucesivas acepciones. Pueden considerarse una suma de todos los diccionarios

de una lengua.

Como se ve, esta primera diferenciación gira en torna a cuatro parámetros:

1. La limitación del corpus a partir del cual va a generarse la obra lexicográfica nos

permite distinguir entre obras basadas en corpus limitados [+limitadas], frente a obras basadas

en corpus de carácter ilimitado [-limitadas].

2. La exhaustividad de la propia obra lexicográfica en el tratamiento del corpus.

Según esto, podemos encontrarnos obras que consideran todo el conjunto de sus datos de

referencia [+exhaustivas], frente a obras que no pretenden hacerlo [-exhaustivas].

3. Las restricciones que se imponen al propio corpus en el que se basa la obra

lexicográfica generan obras de carácter no restrictivo [-restrictivas].

4. La inclusión o no de contenidos explicativos (sean los que fueren) frente a la mera

enumeración de voces, que genera obras de carácter explicativo [+explicativas] o no

explicativo [-explicativo].

4. ESTRUCTURA INTERNA DE UN DICCIONARIO

En los diccionarios se reconoce una macroestructura y una microestructura¸ y ambas

son, en definitiva, el reflejo de todas las decisiones tomadas previamente respecto del plan

general de la obra, del material lexicográfico empleado para la selección de las unidades que

van a conformarlo y de cómo van a ordenarse (alfabética o conceptualmente), presentarse o

explicarse.

- Por macroestructura (o nomenclatura) se entiende, globalmente, la estructura

general del diccionario y la conforman el cuerpo del diccionario, o conjunto de entradas (es

decir, la parte del diccionario en la que se organizan y tratan los aspectos lexicográficos de

cada unidad seleccionada), más las partes colaterales que pueden (o no) acompañarlo: el

prólogo, las posibles introducciones con descripciones fonéticas o gramaticales, las

instrucciones para el usuario o los anexos (como glosarios de nombres geográficos o

patronímicos, listas de abreviaturas o siglas, etc.)2.

El cuerpo del diccionario se divide, a su vez, en artículos o entradas, que son "su más

pequeña unidad autónoma dedicada a cada una de las unidades léxicas registradas", los

cuales, a su vez, van encabezados por el lema (palabra o locución, frase, prefijo, etc.) que se

selecciona como clave para la ordenación seleccionada, por lo que también se alude a él como

palabra-entrada, palabra-clave, palabra-guía o voz-guía.

- Con el lema nos introducimos en la microestructura, término global con el que se

alude a la estructuración que presentan todos los elementos que configuran un artículo. La

microestructura comprende, desde luego, la representación del propio lema, las acotaciones

2 V. Haensch (1997: 39 y ss.); Alvar Ezquerra (1993:27 y ss.) o Martínez de Sousa (1995).

(o indicaciones respecto de la pronunciación, categoría, género, marcas de uso, etc.) y las

definiciones (o información sobre el contenido del lema).

Se plantea así, claramente, la doble lectura que se efectúa en los diccionarios: la

lectura vertical, parcial vertical, parcial y desordenada que se realiza durante la búsqueda

del término deseado y en la cual es a la macroestructura a la que estamos dirigiendo nuestra

atención; y la lectura horizontal, ordenada y general que se realiza una vez seleccionada la

entrada, durante la cual estamos integrados en lo que se ha definido como miscroestructura3.

4.1. Algunas cuestiones relativas a la macroestructura

Nos referiremos a tres aspectos fundamentales: la organización del léxico, la selección

del léxico y la elección de la entrada o lema.

a) La organización del léxico: organización semasiológica y organización onomasiológica

Lo primero que cabe plantearse es cómo se organiza el léxico en una obra

lexicográfica. Sin duda, nos podemos enfrentar a los significados de dos maneras posibles: o

bien a través del significante para encontrar todos sus significados y sentidos posibles; o bien,

a través del significante para encontrar todos sus significados y sentidos posibles; o bien, a

través de los significados, para intentar encontrar el significante que mejor se adapte en esa

lengua al conjunto de rasgos que queremos expresar. De hecho, los usuarios de cualquier

lengua estamos continuamente utilizando ambos procesos: como hablantes, seleccionamos

mentalmente las formas o las expresiones que más se ajustan a los conceptos que queremos

expresar; como oyentes, seleccionamos los significados que mejor se adaptan (en función del

significante, el contexto, la situación comunicativa, etc.) al significante que acabamos de leer

o escuchar.

Estamos, así, ante una distinción teórica clave, directamente relacionada con el modo

de concebir y estructurar los estudios del significado:

La concepción semasiológica o semasiología es la concepción semántica que

parte del significante para buscar los significados;

3 V. Alvar Ezquerra (1993: 28 y ss.)

La concepción onomasiológica u onomasiología es la concepción semántica

que, al contrario, parte del significado para identificar el significante o

significantes que se ligan a él.

Evidentemente, el enfoque semasiológico es el que encontramos en todos los

diccionarios que eligen la ordenación alfabética; al contrario, el enfoque onomasiológico es el

que se utiliza en los diccionarios conceptuales o ideológicos. Un enfoque mixto lo

encontramos, en español, en el Diccionario Ideológico de Julio Casares, del que ya podemos

entender su subtítulo, clara referencia a los dos enfoques que acabamos de plantear: "de la

idea a la palabra, de la palabra a la idea". En nuestro uso diario, cuando nos preguntamos qué

significa una palabra que hemos leído o escuchado, o en qué sentido puede haber sido escrita

o emitida, estamos intuitivamente organizando nuestra competencia desde una perspectiva

semasiológica: "de la palabra a la idea"; cuando nos preguntamos cómo expresar mejor un

determinado concepto, sea en nuestra lengua o en una segunda lengua, es el enfoque

onomasiológico el que estamos requiriendo.

b) La selección del léxico

Otro de los problemas a los que debe hacer frente el diccionario es la selección del

léxico que va a considerar.

Tradicionalmente esta selección presentaba un enfoque claramente historicista y

basado en el uso literario. Sin embargo, en la actualidad, tanto los distintos avances de la

ciencia como la presión de la sociedad han hecho que se dé cada vez más cabida en los

diccionarios a variantes que habitualmente quedaban excluidas, ya sea en diccionarios

generales o en diccionarios de carácter más específico, y la propia institución académica ha

ido paulatinamente ampliando sus criterios de selección, incorporando nuevos aspectos.

Veamos algunos de ellos:

Mayor peso de la lengua hablada y de niveles de uso coloquial, familiar,

popular y vulgar.

En su última edición electrónica el DRAE reconoce más de diez mil quinientos

usos familiares (en 6524 lemas), aunque restringe más la incorporación de

formas vulgares (con 232 apariciones de esa marca: acojonar 'acobardar',

afanar 'robar', arrempujar, asín, beneficiarse (a alguien), buraco 'agujero',

cabronada, cachondeo, etc.), coloquiales (con 34 usos así marcados: abrirse

'huir, irse precipitadamente', caballo 'heroína', cantidad 'mucho', colega

'amigo, compañero', chocolate 'hachis', chorrada 'necedad, tontería', o estar en

forma 'estar en buenas condiciones físicas o espirituales', entre otros), y

populares (con apenas 14 apariciones de esa marca, entre ellas, parné, pasta

'dinero', (un) rato 'mucho', o la locución estar fregado).

Incorporación de elementos productivos en la formación de palabras

(prefijos, sufijos o lexemas no autónomos que se utilizan en la formación de

compuestos de carácter culto, como antropo-, fago-, -fago. El DRAE incluye,

así, hasta 172 elementos compositivos del español, que por su interés

incluimos en la tabla 1 del anexo a este tema.

Consideración de acrónimos, siglas o palabras truncadas.

El DRAE evita, sin embargo, estas formas, y sólo reconoce once acrónimos,

entro los que cabe destacar bit, bonobús, delco, inri, o radar4. No así el

Diccionario del español actual(DEA), de Manuel Seco et al.,o el Diccionario

general de la lengua española, de la editorial Vox, que las incluyen con mayor

libertad.

Inclusión de voces y locuciones tabúes o eufemísticas. Ya vimos, al hablar

de los usos eufemísticos que tampoco eran usuales en el DRAE. Sin embargo,

bajo la denominación de vulgarismo sí se han incorporado nuevos términos o

acepciones referidas a órganos y funciones fisiológicas y sexuales.

Incorporación de tecnicismos. Ya el maestro colombiano Rufino José

Cuervo, en 1984, recomendaba a la Academia que no se demorara en adoptar

los términos técnicos de artes y ciencias, para evitar que se generalizaran "en

una forma afrancesada que después es difícil desarraigar" - y continúa - "las

Academias no deben contentarse con ser cuerpos pasivos; deben influir

también, científicamente, en la dirección del uso y en el movimiento de la

lengua". Manuel Seco - de quien tomamos esta cita5 - reconoce el notable

aumento que, en ese sentido, han sufrido los términos técnicos del DRAE desde

que Cuervo planteara esa petición. Sin embargo, también advierte este autor de

sus peligros: si no se seleccionan, de entre todos los tecnicismos posibles, sólo

aquellas voces que hayan alcanzado la mayor aceptación.

4 Aunque en esta última no incorpora esa marca, lo que indica hasta qué punto llegan a lexicalizarse esas creaciones.5 M. Seco (1987:180).

Sin duda, la selección del léxico es un aspecto clave de toda obra lexicográfica, y la

advertencia de Manuel Seco respecto de los tecnicismos habría que extenderla al resto de las

variantes que se han señalado. En la actualidad, los medios automáticos para analizar y

computar los materiales pueden, desde luego, servir de ayuda al lexicógrafo para seleccionar

qué voces han conseguido, realmente, suficiente difusión, pero la decisión siempre será

difícil.

c) La selección del lema

La selección de la forma que va a constituir el lema o entrada (o también,

recordémoslo, palabra-entrada, palabra-clave, palabra-guía o voz-guía) también exige

una toma de postura.

No suponen problema alguno las unidades léxicas simples de género invariable, y se

considera como lema la palabra concreta, en su forma singular.

Tampoco plantean grandes dificultades las formas con variación genérica y suelen

presentar la terminación femenina a continuación de la masculina, que es la que constituye el

lema. En el DRAE, por ejemplo, se separa mediante una coma y se repite la última consonante

del lexema más la terminación -a del femenino: "amigo, ga", "espartano, na", "perverso,

sa", etc; el DEA no introduce la coma, pero incluye un guión ante la terminación femenina:

"amigo -ga", "espartano -na", etc.; el DGLE introduce ambos criterios: separa mediante una

coma el lema de la terminación femenina, y a ésta se le antepone un guión ("amigo, -ga",

"perverso, -sa"). En todos ellos, como una convención ya casi incuestionable, el lema se

señala tipográficamente en negrita.

En otras obras lexicográficas, de carácter más lexemático, se pueden reunir en un

único artículo todas las formas relacionadas con la misma raíz (o lexema). En esos casos, el

lema lo constituye el lexema básico, al que se añade - separada por una barra vertical - la

primera variante que puede aparecer unida a él. Del resto de las voces formalmente

relacionadas sólo se señala, en negrita, la terminación, que se sitúa detrás de una tilde ~,

símbolo que se utiliza en sustitución del lema o palabra clave (la cual no vuelve a repetirse).

Así: cabeza puede constituir una entrada y cabez|ada otra en la que, a su vez, se incluyen:

~adas; ~al; ~o; ~ón; ~onada; ~ota; ~udo, que sustituyen a las entradas cabezada, cabezal,

cabezo, cabezón, cabezonada, cabezota y cabezudo. Es, desde luego, un procedimiento

especialmente económico y muy utilizado en diccionarios bilingües, aunque tampoco es

desconocido en obras monolingües6.

Mayor complejidad reside en la selección del lema de las locuciones o unidades

pluriverbales. Veamos cuáles son las indicaciones que sigue la Academia en estos

casos:

Las expresiones formadas de varios vocablos, como las frases hechas, las

locuciones, modos adverbiales, etc., van colocadas en el artículo correspondiente a

uno de los vocablos de que constan, por este orden de preferencia: sustantivo o

cualquier palabra usada como tal, verbo, adjetivo, pronombre y adverbio. Así, por

ejemplo, "en buenas manos está el panadero" se hallará en el artículo

correspondiente al sustantivo mano, preferido al verbo estar o al adjetivo bueno7.

Pero establecen una excepción los sustantivos persona y cosa cuando no son parte

necesaria e invariable de la expresión, y los verbos usados como auxiliares:

Así, por ejemplo, la frase "tener que ver una persona o cosa con otra" se

registra en el verbo tener; y "estar una cosa en buenas manos", en el sustantivo

mano, mientras que en las expresiones "hacer uno de persona" y "no ser cosa del

otro jueves" se encuentran respectivamente en los artículos persona y cosa. Las

frases "haber nacido uno tarde" y "estar tocada una cosa" corresponden la primera

al verbo nacer y la segunda a tocar, porque haber y estar son aquí meros auxiliares.

"No haber más que pedir" debe buscarse, por el contrario, en haber, y "estar a

matar", en estar.

Procedimientos similares suelen seguir todas las obras lexicográficas españolas

actuales.

Hecho aparte lo constituyen las locuciones extranjeras, en el caso de

introducirse. Manuel Seco opta por considerarlas globalmente e insertarlas "en el lugar

alfabético que les correspondería si se escribiesen como una sola palabra". Así, la

frase latina: conditio sine qoua non, se señala toda ella en negrita y se sitúa entre

condiscípulo y condolencia.

El último problema que trataremos de las lematizaciones es el de las formas

homónimas. Al estudiar en semántica el concepto de homonimia frente a polisemia ya

dijimos que la distinción era de carácter etimológico: se consideran homónimas las

formas que, procedentes de orígenes muy diferentes, coinciden formalmente, mientras

6 Lo encontramos, por ejemplo, en las ediciones de los diccionarios bilingües de la ed. Herder (bajo la dirección de Günther Haensch)7 En las indicaciones al usuario del DRAE

que se consideran polisémicas las voces de las que se han derivado nuevos sentidos.

Así pues, en una obra lexicográfica que desee mantener esta visión histórica, como es

el caso del DRAE, se consideran palabras diferentes y, por tanto, se crean dos (o más)

entradas distintas, que suelen numerarse a la derecha del lema, mediante un número

volado:1insecable. Del lat. insiccabilis.

1. adj. p. us. Que no se puede secar o es muy difícil que se seque.2insecable. Del lat. insecabilis.

2. adj. p. us. Que no se puede cortar o dividir.

1zoco. Del lat. soccus.

1. m. zueco8 .

2. Arq. Zócalo de un pedestal.2zoco. Del ár. suq, mercado.

1. m. ant. Plaza de una población.

2. En Marruecos, mercado, lugar en que se celebra.3zoco. De zoquete. (y éste del ár. suqât, desecho, objeto sin valor)

1. adj. fam. Que usa la mano izquierda, zocato. Ú.t.c.s.

4.1. Algunas cuestiones relativas a la microestructura

Ya vimos que la microestructura corresponde a la ordenación de todos los elementos

que componen un artículo, y que se sitúan tras el lema.

La información que incluyen los artículos, sus contenidos, puede ser muy variada y

depende directamente del objetivo de cada obra. Sin embargo, sí suele presentarse en un

orden más o menos establecido.

Tras la palabra-clave, o lema, que - recordemos - habitualmente se escribe en negrita

y minúscula, podemos distinguir tres grandes bloques de información: las acotaciones, la

definición y las indicaciones de uso.

a) Acotaciones

8 V. "Guía del lector", del DEA, p. xvii.

Las acotaciones, son precisiones (a menudo de carácter puntual) que caracterizan al

propio lema, e incluyen (o pueden incluir):

- la etimología: suele recoger la forma originaria, su significado y el idioma del que

procede,

- la pronunciación: clave en los diccionarios bilingües o plurilingües, es también de

interés en los diccionarios monolingües que consideran extranjerismos o cuyo sistema

fonético es muy distinto del ortográfico,

- sus posibles variantes gráficas. por ejemplo, en el DEA podemos encontrar:

"electrólisis (tb. electrolisis)", "rubéola (tb. rubeola)", "sustancia (tb. substancia)",

en el DRAE: "cantiga o cántiga", "medula o médula", etc,

- indicaciones morfológicas: en el caso de que presente flexiones anómalas. Así, en el

DEA, "esquí (pl. ~S o ~ES)", "evacuar (conjug 1b; también, semiculto 1d)"9,

- la categoría gramatical, según su clasificación más tradicional de artículo,

sustantivo, pronombre, adjetivo, verbo, adverbio, preposición, conjunción e

interjección,

- marcas que delimitan su uso: son, básicamente, marcas geográficas, de

especialidad, estilísticas o cronológicas. En las tablas 2 a 4 del anexo al tema

incluimos las marcas utilizadas en el DRAE. Allí se puede apreciar la gran variedad de

modalidades que se consideran.

b) Definición

La definición es la información sobre el significado del lema (o sobre el objeto al que

se refiere) y sobre los diversos sentidos que éste puede adquirir, sea por extensión de su

significado o por su uso en determinados contextos. La definición, entonces, se organiza en

acepciones.

- Si la palabra-clave o lema no posee más que una acepción, constituye lo que se

denomina artículo simple.

- Si, al contrario, se le reconocen diversos contenidos significativos, éstos se organizan

en lo que se denomina artículo múltiple.

La estructuración de los artículos múltiples suele ajustarse a criterios muy bien

definidos en cada obra. Veamos los que establece la Real Academia para su Diccionario de la

lengua española:

9 Donde se remite a los modelos de conjugación que incluye ese diccionario en los apéndices finales. En nuestro ejemplo, según los modelos averiguar y actuar.

Dentro de cada artículo van colocadas por este orden las diversas acepciones

de los vocablos: primero las de uso vulgar y corriente; después las anticuadas, las

familiares, las figuradas, las provinciales e hispanoamericanas, y, por último, las

técnicas y de germanía.

En los vocablos que tienen acepciones de adjetivo, sustantivo y adverbio, se

hallan agrupadas las de cada categoría gramatical, según el orden aquí indicado.

En los sustantivos se posponen las acepciones usadas exclusivamente en plural

a las que pueden emplearse en ambos números.

Cuando el artículo es de sustantivo, se registran después de las acepciones

propias del vocablo aislado las que resultan de la combinación del sustantivo con un

adjetivo, con otro sustantivo regido de preposición o con cualquiera expresión

calificativa.

Al fin del artículo se incluyen las frases o expresiones a él correspondientes,

dispuestas en riguroso orden alfabético. Entre ellas figuran las elípticas de un solo

vocablo.

Las acepciones suelen presentarse bien diferenciadas unas de otras, en general,

mediante numeración correlativa, siguiendo, como se establece en el primer punto de regla

académica, un orden predeterminado. Sin embargo, -y a pasar de la clara propuesta de la

Academia, que sin duda es la imperante- no han faltado voces autorizadas que defendieran

otras posiciones. Buena muestra de la disparidad de criterios son los prólogos del DGLE. Nos

dice Menéndez Pidal:

“La etimología y la fecha de las palabras han de ser el punto de partida para la

ordenación de las varias acepciones.”

Esa ordenación ha de servir, no sólo para facilitar al lector la búsqueda de la

acepción que desea, sino principalmente para orientarle sobre la significación

originaria del vocablo y sobre la relación que con ese significado tienen las acepciones

derivadas.

Los dos sistemas de ordenación que se dicen diversos, el lógico y el histórico,

no pueden ser más que uno. El llamado orden lógico, el que se aplica por ignorancia,

por desconocer la historia de la palabra, es una ordenación caprichosa, frecuentemente

ilógica, que a ciegas toma como acepción fundamental una escogida sin bastante

fundamento, y detrás de ella va colocando las otras como mejor parece. Cuando la

historia es conocida, el único orden lógico que cabe es el que se atiene a la sucesión

histórica de las acepciones, la cual nos da la lógica de la vida, la de la realidad

lingüística, muy diversa a veces de la lógica que razona en abstracto. Claro es que la

historia de una palabra no siempre es conocida, y aunque lo sea, no siempre lo es

suficientemente, de modo que también hay que ejercitar una adivinación psicológica

(siempre ilustrada por un experto sentido histórico) para reconstruir la relación real

que a través de los tiempos pudo unir entre sí las diversas acepciones que el idioma

fue creando sucesivamente.

En el caso de que las acepciones sean muchas, suelen ordenarse en fila recta y

única escogiendo una acepción para el comienzo y yuxtaponiéndose sucesivamente las

demás. Pero la lógica histórica exige distribuirlas en grupos varios con sus especiales

subgrupos, pues las acepciones no nacen en línea única, saliendo cada una de la

inmediata anterior, sino que se ramifican y cada una de las derivadas puede engendrar

familia o línea colateral, tronco de ulteriores ramificaciones. La distribución de las

acepciones en el Diccionario ha de poner el árbol genealógico de ellas ante la vista del

lector: el tronco, las ramas principales y las ramillas de segundo o de tercer orden que

salen de cada rama. Sólo una ordenación así, genética, con la fecha absoluta, o relativa

de cada acepción, cuando eso sea posible, nos deja apreciar de un vistazo la historia de

la palabra, nos explica el nacimiento de cada nuevo significado surgido y nos hace

comprender la exacta propiedad de cada uno de ellos. Vulgarizar de este modo entre

los habitantes la historia de los vocablos es contribuir a la mayor propiedad en el uso

general del idioma.

Pero el profesor Gili Gaya, sin desautorizar al maestro, matiza el procedimiento:

El Diccionario Vox, sobre todo cuando la polisemia es abundante, se ha

atenido (-para sistematizar las acepciones-) a un criterio a la vez histórico y didáctico.

Toma como punto de partida la acepción más cercana a la etimología, y va añadiendo

las demás en el orden aproximado en que se han ido produciendo en la historia del

idioma. Sin embargo, esta ordenación deseada no puede practicarse a menudo, bien

sea por desconocimiento de las evoluciones semánticas y de su fecha precisa, bien

porque la polisemia existía ya en la voz originaria, o bien a causa de faltar eslabones

intermedios en la cadena semántica, sobre todo en un diccionario selectivo que tiene

que registrar con gran parquedad las acepciones arcaicas y dialectales que ilustrarían

los cambios históricos. En estos casos se ha intentado una ordenación no científica,

sino didáctica, que clasifique las acepciones en forma clara y fácil de encontrar para el

lector, separando, por ejemplo, los usos transitivos de los intransitivos en los verbos, o

bien agrupando los significados análogos con una clasificación arbitraria, pero sin

dificultades prácticas (véanse, por ejemplo, los artículos andar, estar, letra).

- Cuando las acepciones no corresponden exactamente al lema sino que forman parte

de una locución, éstas suelen escribirse íntegramente antes de la definición y en la

misma tipografía que el lema, y constituyen un sublema. Según la obra, estas

acepciones pueden o no presentar una numeración distinta de la del lema.

Pero aparte de su estructuración en acepciones, la definición en sí misma, como parte

explicativa de los significados, es, sin lugar a dudas, -en palabras del profesor Manuel

Seco- "a la vez que la médula del artículo lexicográfico, tarea cuya delicadeza, cuya

complejidad y cuya aspereza reconocen no sólo los oficiales de este arte, sino los

lingüistas todos y los pensadores" (1987:20), por lo que le dedicaremos nueva

atención en el próximo apartado (v. § 4.3).

c) Indicaciones de uso

Las indicaciones de uso, que en el diccionario académico suelen señalarse mediante

las abreviaturas de Úsase (Ú.), Úsase como (Ú. c.), Úsase a veces como (Ú. a veces

c.), Úsase más como (Ú. m. c.), etc., ofrecen información sobre:

- Construcción y régimen de sustantivos, adjetivos y verbos. Así, en:

disputar...

2. Porfiar y altercar con calor y vehemencia. Ú. c. intr. con las preposiciones

de, sobre, acerca de, etc.

lente...

1. amb. Cristal con caras cóncavas o convexas, que se emplea en varios

instrumentos ópticos. Ú. m. c. f.

repetidor, ra…

2. Dícese especialmente del alumno que repite un curso o una asignatura. Ú. m.

c. s.

- Colocaciones frecuentes:

abocar...

5. Tratándose de proximidad en el tiempo, hallarse en disposición, peligro o

esperanza de algo. Ú. especialmente el p. p. con los verbos estar, hallarse,

quedar, verse y otros análogos y seguido de la preposición a. Ú. t. c. intr.

airoso, sa...

3. fig. Dícese del que lleva a cabo una empresa con honor, felicidad o

lucimiento. Ú. por lo común con los verbos quedar y salir .

chalado, da...

2. adj. fam. Alelado, falto de seso o juicio. Ú. generalmente con el verbo estar .

Ú. t. c. s.

dentellada…

a dentelladas.

1. loc. adv. Con los dientes. Ú. con los verbos morder, herir, romper, etc.

habla...

al habla.

1. loc. adv. Mar. A distancia propia para entenderse con la voz. Ú. con los

verbos estar, ponerse y pasar.

- Sinónimos y antónimos.

Aunque no suelen especificarse de manera sistemática -a no ser que el objetivo

de la obra lexicográfica así se lo proponga- sí pueden hacerse referencias a posibles

formas o expresiones sustitutivas10 o contrarias.

4.3. Las definiciones en el diccionario

a) Diccionario general y enciclopedia

Ya vimos más arriba que el punto álgido en la confección de un diccionario se

sitúa en la redacción de las definiciones.

La definición es un enunciado, compuesto de una o varias palabras, en el que

se expone el contenido de la voz (lema o sublema).

Pero ¿qué tipo de contenidos esperamos encontrar en un diccionario?

Para contestar a esta cuestión nos viene bien recordar la distinción entre palabra y cosa

(o referente) que tratamos en el tema 20, al estudiar el triángulo semiótico. Si deseamos saber

cómo se estructura el conocimiento, cómo se clasifican el mundo orgánico o el inorgánico,

estamos pidiendo información sobre el mundo, sobre las cosas, y la respuesta no la

10 Respecto de los sinónimos, es frecuente que estén integrados en la propia definición, como veremos en el apartado 4.3.

encontraremos en un diccionario, sino en una enciclopedia. Si, por el contrario, deseamos

saber qué contenido significativo posee una palabra concreta, cómo podemos utilizarla de la

manera más adecuada, o si conviene o no a una determinada expresión, entonces necesitamos

un diccionario. Y ésta es una importante distinción que no debemos olvidar:

- La enciclopedia ordena la realidad del mundo,

- El diccionario ordena la realidad de las palabras.

- La enciclopedia informa sobre las cosas,

- El diccionario informa sobre las palabras.

Las definiciones, entonces, también serán muy diferentes según pertenezcan a un

diccionario general (o diccionario de lengua) o a una enciclopedia (entre las que también se

incluyen los diccionarios de especialidad). La enciclopedia debe dar cabida a las definiciones

científicas, a las clasificaciones, a las jerarquías; el diccionario sólo debe explicar el

contenido de las palabras, aunque en algunos casos, como hemos visto, sí deba indicar el

contexto apropiado en el que éstas pueden o deben usarse.

b) Tipos de definición

Teniendo presente esta distinción entre mundo y palabra, el profesor Casares

(1992:159) establece una primera distinción entre definición nominal y definición real:

- La definición nominal se limita a explicar el significado de la palabra. Frente a ésta,

la definición real o definición lógica "aspira a descubrirnos la naturaleza, la esencia de la

cosa significada" (Ibíd..).

La definición nominal es la habitualmente usada -y deseable- en los diccionarios

generales, y es "suficiente para el lexicógrafo". Como también se hace constatar en el DEA

("Guía del lector"), las definiciones de voces especializadas o técnicas no se redactan en el

diccionario para servir a los especialistas o técnicos (que deberán recurrir a otro tipo de obras

para solventar sus dudas), sino para servir a "hablantes comunes". De ahí que al lexicógrafo le

baste con encontrar una "definición suficiente" y no una "definición exhaustiva".

- La definición real o definición lógica es, para Casares, la verdaderamente científica.

Debe basarse en criterios de clasificación rigurosos y precisos, por lo que, para su aplicación

sistemática debería distribuir en géneros y especies no sólo un reducido sector del mundo

físico, sino "todo el universo visible e invisible: cosas, ideas abstractas, sentimientos,

creencias, etc."11.

11 Citamos del prólogo a su Diccionario Ideológico, p. xiv, obra en la cual, efectivamente, propone una estructuración sistemática de estas características. Puede verse, a ese respecto, la clasificación ideológica general que presenta en esa misma obra, en su parte sinóptica, que consideramos piedra angular para todo aquél que pretenda iniciarse en una organización estructurada de cualquier vocabulario.

Una definición de estas características debe contener, al menos, el género próximo al

que pertenece el objeto (o referente) al que se refiere ese término, y la última diferencia que

los distingue del resto12. Aporta el ejemplo de hombre definido como "animal -género-

racional -última diferencia".

Como ejemplos de un tipo y otro de definición podemos ver cómo se define la palabra

caballo en dos de nuestros diccionarios de mayor prestigio: el Diccionario del español actual

(DEA) y el Diccionario general de la lengua española (DGLE), representantes también de

dos modos distintos de hacer lexicografía. Así, en el DEA encontramos caballo, en su primera

acepción, definido como:

Cuadrúpedo de cabeza y cuello alargados y extremidades también alargadas

que se apoyan en el suelo sobre un solo dedo, y que es animal fácil de domesticar y

utilizado esp. para tiro y transporte.

Por su parte, el DGLE opta por la definición siguiente, también en su primera

acepción:

Mamífero ungulado perisodáctilo, tipo de los équidos, de cuello arqueado,

orejas pequeñas, crin larga y cola cubierta de pelos; se domestica fácilmente y es de

gran utilidad para el hombre.

Reconociendo la utilidad de estas definiciones para ciertos conceptos, el propio

Casares las considera desaconsejables desde el punto de vista del lexicógrafo:

"Su mismo afán de perfección las hace fácilmente vulnerables y, además,

suelen dejar al consultor del Diccionario en la misma incertidumbre en que se

hallaba." (Ibíd.)

De ahí que deba, a menudo, renunciarse a la definición lógica para recurrir a otro tipo

de definiciones más asequibles para el usuario. Entre ellas destacan la definición genética, la

teleológica, la descriptiva y la descripción por equivalencias. Veamos las características de

cada una de ellas.

- La definición genética explica el elemento definido o lema como el efecto de la

acción que lo engendra. Casares pone de ejemplo las formas huella, que se define como

"señal que deja el pie en el suelo" y superficie cónica, definida como "la engendrada por una

recta que se mueve pasando constantemente por un punto fijo y teniendo por directriz una

curva". Este tipo de definiciones son, en efecto, muy utilizadas en Geometría o Ciencias

Químicas. Así, en acetato: "Sal formada por la combinación del ácido acético con una base",

12 Recordemos que en la taxonomía de las ciencias naturales, la primera unidad de clasificación es la especie, éstas se ramifican en géneros que, a su vez, se distribuyen en familias, órdenes, clases, divisiones y, finalmente, individuos.

o bisulfuro: "Combinación de un radical simple o compuesto con dos átomos de azufre".

Aunque también en términos menos específicos, como sombra: "proyección oscura que un

cuerpo lanza en el espacio en dirección opuesta a aquella por donde viene la luz", acción:

"efecto de hacer".

- La definición teleológica o funcional explica el objeto definido en función del fin a

que se destinan. Así se describen un buen número de instrumentos técnicos, como astrolabio:

"antiguo instrumento en el que estaba representada la esfera celeste y se usaba para observar y

determinar la posición y el movimiento de los astros", barómetro es el "instrumento que sirve

para determinar la presión atmosférica".

- La definición descriptiva, que es la que explica la forma y las características

propias del objeto definido. Es la habitual, especialmente, en las explicaciones del mundo

animal o vegetal. Como:

acelga

1. f. Planta hortense de la familia de las quenopodiáceas, de hojas grandes,

anchas, lisas y jugosas, y cuyo pecíolo es grueso y acanalado por el interior. Es

comestible.

puma

1. m. Mamífero carnicero de América, parecido al tigre, pero de pelo suave y

leonado.

y también en:

diccionario

1. m. Libro en el que se recogen y explican de forma ordenada voces de una o

más lenguas, de una ciencia o materia determinada.

bobina

1. f. Cilindro de hilo, cordel, etc., arrollado en torno a un canuto de cartón u

otras materias.

2. Rollo de hilo, cable, papel, etc., con una ordenación determinada, montado o

no sobre un soporte...

- La definición mixta es, sin duda, la más común, e incorpora no sólo aspectos

descriptivos, sino también genéticos y teleológicos. Así:

autoclave

1. f. Aparato en forma de vasija cilíndrica, de paredes resistentes y con cubierta

cerrada y atornillada herméticamente (-descripción-) que, por medio del vapor

a presión y temperaturas elevadas, sirve para destruir gérmenes patógenos,

esterilizando todos los objetos y sustancias que se emplean en las operaciones

y curas quirúrgicas. También se utiliza en la industria para esterilizar

conservas, vasijas, etcétera (-función-).

cardenillo

1. m. Quím. Mezcla venenosa de acetatos básicos de cobre (-génesis-); es una

materia verdosa o azulada, que se forma en los objetos de cobre o sus

aleaciones (-descripción-).

cortina

1. f. Tela que por lo común cuelga de puertas y ventanas (-descripción-) como

adorno o para aislar de la luz y de miradas ajenas (-función).

pared

1. f. Obra de albañilería vertical (-descripción-), que cierra o limita un espacio

(-función-).

penicilina

1. f. Farm. Sustancia antibiótica extraída de los cultivos del moho Penicillium

notatum (-génesis-), que se emplea para combatir las enfermedades causadas

por ciertos microorganismos (-función-).

cloroformo

1. m. Quím. Cuerpo constituido en la proporción de un átomo de carbono por

uno de hidrógeno y tres de cloro (-génesis-). Es líquido, incoloro, de olor

agradable, parecido al de la camuesa, y de sabor azucarado y picante (-

descripción-), y se emplea en medicina como poderoso anestésico (-función-).

gálbano

1. m. Gomorresina de color gris amarillento, más o menos sólida y de olor

aromático (-descripción-), que se saca de una planta de la familia de las

umbelíferas (-génesis-), espontánea en Siria. Se ha usado en medicina y

entraba en la composición del perfume quemado por los judíos ante el altar de

oro (-función-).

-La definición por equivalencia consiste en ofrecer uno o varios términos

estrechamente relacionados con el elemento definido. Esa relación puede ser:

- por afinidad: se ofrecen, entonces, voces -más o menos- sinónimas del elemento

definido, o

- por antagonismo: presentándose voces -más o menos- antónimas del elemento

definido.

La expresión de significados antagónicos no presenta mayores inconvenientes13. Se

utiliza en casos como apartida: "que carece de nacionalidad", asepsia: "ausencia de

materia séptica", impar: "que no tiene par", increíble: "que no puede creerse",

irracional: "que carece de razón", oscuro: "que carece de luz o claridad", cobardía:

"falta de ánimo o valor", simétrico: "que carece de simetría", etc.

La expresión de significados afines, también sumamente frecuente, sí puede presentar

algunas limitaciones, dado que reviste el peligro de caer en tautologías o círculos

viciosos. A pesar de ello, se reconoce un procedimiento adecuado si se consigue

simplificar descripciones que, de otro modo, podrían resultar excesivamente prolijas.

Y son realmente comunes definiciones como ésta. Así, en alcázar: "fortaleza, recinto

fortificado", burdo: "tosco, basto, grosero", minarete: "alminar", cogorza:

"borrachera, embriaguez", gentileza: "gallardía, garbo y bizarría".

Al igual que las definiciones restantes, las equivalencias pueden aparecer como

elementos de definiciones mixtas:

frágil: 1. adj. Quebradizo, y que con facilidad se hace pedazos.

2. fig. Débil, que puede deteriorarse con facilidad. "Tiene una salud FRÁGIL."

cercha: "cimbra, armazón que sostiene un arco,"

fallecer: "morir, acabar la vida"

herrumbre: "3. roya, pequeño hongo de los vegetales."

- La definición impropia, por último, es la que se utiliza para explicar aquellos

términos que no poseen significado, es decir, formas como conjunciones, preposiciones o

interjecciones, y, en general, formas metalingüísticas, en las que no cabe preguntarse qué

significan, sino qué es esa palabra, o cómo y para qué se emplea. son, realmente, definiciones

teleológicas o funcionales, pero relativas al propio signo lingüístico:

de

1. prep.. Denota posesión o pertenencia. La casa DE mi padre; la paciencia DE

Job.

2. (prep.) Sirve para crear diversas locuciones adverbiales de modo. Almorzó

DE pie; le dieron DE puñaladas; se viste DE prestado; lo conozco DE vista.

3. (prep.) Manifiesta de dónde son, vienen o salen las cosas o las personas. La

piedra es DE Colmenar; vengo DE Aranjuez; no sale DE casa.

13 V. Casares (1992:160)

4. (prep.) Sirve para denotar la materia de que está hecha una cosa. El vaso DE

plata; el vestido DE seda.

Los dos últimos tipos de definición destacados no pueden considerarse "definiciones"

propiamente dichas, si entendemos como tal la "proposición que expone con claridad

y exactitud los caracteres genéricos y diferenciales de una cosa material o inmaterial"

(DRAE), es decir, en su sentido de definición lógica, pero si entendemos por definir

"fijar con claridad, exactitud y precisión la significación de una palabra o la naturaleza

de una persona o cosa" (Ibíd.), es decir, si eliminamos la exigencia impuesta para las

definiciones lógicas (o reales), sí podrían considerarse como tales14. Con todo, también

podemos considerarlas como definiciones impropias. Como hemos visto, sin

embargo, ambos son recursos muy utilizados y sumamente útiles en lexicografía.

5. LOS DICCIONARIOS DEL ESPAÑOL

A lo largo de este tema ya se han ido presentando algunas de las obras más notorias de

la lexicografía española, y hemos aprendido a distinguirlas:

1. Por el objeto definido: palabras o cosas, hemos establecido las diferencias entre

Diccionarios de la lengua y Enciclopedias (v. §4.3.a.)

2. Por el orden de los materiales: se destacaron las ventajas e inconvenientes de las

obras de carácter semasiológico (diccionarios alfabéticos) y onomasiológico (diccionario

ideológicos).

- Siguiendo esta misma concepción, las enciclopedias, a su vez, también

pueden ser:

- temáticas: no ordenadas por orden alfabético, sino por temas,

y

- alfabéticas: si estructuran sus entradas por orden alfabético

14 En general, tiende a distinguirse entre definición y explicación, sin embargo, si nos atenemos -como debemos- a las propias descripciones del diccionario, ambos conceptos inciden sobre los mismos aspectos. Arriba hemos visto ya cómo se expone el concepto definición. Por explicación se entiende la "declaración o exposición de cualquier materia, doctrina o texto con palabras claras o ejemplos, para que se haga más perceptible". La distinción, desde luego, no resulta tan evidente. Términos como "proposición que expone" frente a "exposición", o "con claridad" frente a "con palabras claras" no parecen tan distintivos. Por otra parte, la finalidad expresada en la explicación "para que se haga más perceptible" no creemos que pueda considerarse el rasgo distintivo, en especial cuando la psicología cognitiva -como vimos en el tema 23- parece haber demostrado que esa funcionalidad está presente en todo acto comunicativo y, por lo demás, es también la que justifica l apropia existencia de los diccionarios no importa cómo se expresen sus contenidos. Consideramos, pues, estas dos últimas clases, como dos modalidades más de la definición.

- Obras intermedias son los diccionarios enciclopédicos, que combinan

ambos criterios, el lingüístico y el enciclopédico.